Capítulo 66 (+18)

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Los besos eran cada vez más urgentes y apasionados. Sus labios bailaban al ritmo del otro, con deseo y desesperación. En ese momento ya no había espacio para el perdón, la culpa o el miedo, sólo una pasión desmedida. Entre besos desenfrenados que los dejaban sin aliento caminaron hasta la habitación.

Las manos de Elliot se escabulleron por debajo de la blusa de Liv. Sin apuro empezó a desabotonarla, haciendo que gimiera. Besó su cuello con dedicación y una vez pudo quitar su blusa, pasó suavemente la yema de sus dedos por sus brazos, pechos, estómago. Adorándola en silencio. Sentía su piel estremecerse con cada roce. Como sus manos sobre su cuerpo la hacía temblar. Como su cercanía la superaba en todo momento y era lo mismo que ella le causaba. 

Liv le ayudó a despojarse de su camiseta. Al ver la cicatriz de bala en el centro de su pecho, un poco menos enrojecida que antes, la cordura la hizo descender de esa nube en donde se subía cuando él la besaba o la tocaba. Colocó su mano sobre ella. Esa cicatriz le recordaba lo cerca que había estado de perderlo. Bajó su cabeza y depositó un suave beso sobre su pecho.

—No podemos... —susurró con los ojos cerrados—. La doctora dijo...

—Shhhh... —puso un dedo sobre sus labios para callarla.

—No quiero lastimarte —soltó un pequeño gemido cuando la atrajo más hacia él y pudo sentir su creciente erección bajo su pantalón calentador—. Ell...

—No poder hacerte el amor es lo que me lastima.

—No debes hacer esfuerzos todavía.

—Estaré bien. Lo prometo.

—Iremos despacio... Con... con calma ¿Sí?

Sus manos nunca habían dejado de tocarla, enloqueciéndola. Asintió. Él tampoco quería hacerlo rápido y duro como la última vez. Necesitaba hacer el amor con ella, no quería sólo tener sexo y ya.

Las caricias y besos eran cada vez más lentos, tomándose el tiempo para amarse y demostrarse todos sus sentimientos sin necesidad de palabras. Poco a poco su ropa fue despojada del cuerpo del otro hasta que ambos quedaron en ropa interior.

Elliot la recostó con sumo cuidado en la cama como si fuera ella a la que pudiera herir de alguna manera. Recorrió su cuerpo con besos tiernamente, robándole suspiros y pequeños gemidos de placer. Con delicadeza quitó su brasier y luego fue por lo que quedaba de su ropa interior. Se arrodilló en la cama, a su lado. Su mirada viajó por su cuerpo. Respiró profundo. Aún no podía creer que la tenía a su lado y que por fin podían entregarse al otro en cuerpo y alma como siempre quiso.

—Ell... —se incorporó rápido y adoptó la misma posición que él—. Tu corazón... debemos parar...

—Mi corazón siempre ha latido así por ti —tomó la mano que había puesto sobre su herida y se la llevó a sus labios—. No es porque algo vaya mal con mi corazón... es porque te amo y él lo demuestra.

—También te amo —sonrió.

Sus labios se fundieron otra vez y entre los dos quitaron la última prenda del cuerpo de Elliot que estaba estorbándoles. Se miraron, las miradas más tontas y enamoradas que jamás habían tenido antes, ambos sabían lo que decía la del otro. 

Elliot se colocó sobre Liv y acarició su rostro. La punta de su miembro rozó su clítoris y jadeó. Lentamente, sin dejar ese contacto de sus ojos, ingresó en ella. Mordió su labio inferior tratando de ahogar un gemido, él llegaba tan profundo que la hacía sentir que tocaba las estrellas. 

Se quedo quieto por varios segundos dejando que el cuerpo de ella se adaptara al suyo. Salió por completo de ella y entró de nuevo. El ritmo que adoptaron era ideal para el momento, ideal para ellos. Disfrutando de ese acto tan íntimo y lleno de amor. 

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora