Capítulo 114

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Olivia despertó dos horas más tarde y todo por el olor a pancakes que estaba por todo el departamento. Su estómago rugió en ese momento. Estiró su cuerpo en la cama y se levantó envuelta en la sábana blanca ya que nunca se vistió cuando terminó de hacer el amor con Elliot. Se sentía muy perezosa esa mañana así que optó por quedarse en pijama y solo ponerse una bata, seguía lloviendo y no tenían planes de salir así que optó por la comodidad.

Recogió su cabello en una cola de caballo desordenada y lavó su cara y dientes antes de salir de la habitación. Escuchó voces en la habitación de Emma, como si estuviera conversando con alguien por lo que esperó a que terminara para golpear su puerta dos veces y poder entrar. Era muy raro que su hija estuviera aún ahí a esa hora de la mañana, más cuando el olor de pancakes y café estaban en el ambiente.

—Buen día, nena —saludó desde el marco de la puerta. Emma estaba de espaldas a ella haciendo la cama—. ¿Todo bien? —agregó al escucharla tomar aire y soltarlo de a poco.

—¡Hola mamá! —caminó hacia ella con una gran sonrisa y la abrazó—. ¿Dormiste bien? Está lloviendo, tenías razón debemos creerle al hombre del clima. 

—Dormí muy bien y sí, debemos confiar en él —sonrió al recordar que Elliot le había dicho lo mismo hace un par de horas.

—Te ves muy linda hoy.

—Tú te ves... —entrecerró los ojos, tratando de leer la expresión en su rostro.

—Hermosa.

—Sí, eres hermosa pero...

—Nada bueno viene después de un "hermosa pero" —se alejó de ella para tomar su celular.

—¿Estás bien, Emma? Te escuché hablando con alguien, ¿pasó algo?

—No. Solo era Charlie.

—Son las nueve de la mañana... Y estás aquí —comentó queriendo dar a entender que estaba algo preocupada—. Si es por...

—No desperté hace mucho. Debe ser por la lluvia y porque dormí algo tarde —la interrumpió antes de que pudiera decir el nombre de Elliot. El día de ayer habían quedado en que le daría una oportunidad a su padre y que trabajarían en su relación pero la noche anterior no había hecho nada por mejorarla.

—Bien. Parece que... Tu papá se levantó con ánimos de hacernos pancakes —sonrió, buscando alguna reacción de su parte—. ¿Vamos?

—No tengo mucho apetito. 

—Amas los pancakes. Además, él los hace... mmm... —cerró los ojos imaginándose en los pancakes rellenos de chocolate y miel—, deliciosamente increíbles.

—Creo que regresó tu apetito —rió, era como ella de niña en una heladería y amaba que su apetito regresara por bien de ella y su hermana—. Vamos antes de que me comas creyendo que soy uno de los pancakes de... Vamos.

Emma iba por el pasillo cuando tomó su brazo para detenerla. Odiaba escuchar que otra vez no podía decirle papá a Elliot, que algo en su interior se lo impedía.

—Sé que estás enojada con él pero...

—Es muy temprano para seguir con esto. ¿Hablamos luego?

—Esta bien.

Olivia caminó delante de ella y con una gran sonrisa instalada en su rostro se acercó a Elliot en la cocina. Él estaba frente a la estufa, volteando una nueva tanda de pancakes. Ella lo envolvió con sus brazos y lo abrazó desde atrás. 

Emma se había quedado a unos pies de la isla de la cocina, observándolos. Su madre se veía tan feliz y relajada alrededor de Elliot. Su inquietud y tristeza de hace unos días habían quedado en el olvido, aún con todos los problemas que sabían que vendrían tarde o temprano. Una punzada de culpa la atravesó al verlos sonreír a ambos. Los vio besarse y abrazarse de la manera más tierna que jamás había visto. Como si estando juntos todos los problemas se les olvidaran. 

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora