Capítulo 75

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—¿Familiares de Emma Benson? —preguntó el doctor con no muy buena cara.

—Somos sus padres —contestó Liv parándose al lado de Elliot.

—¿Es grave lo que tiene nuestra hija? —inquirió Elliot e instintivamente pasó un brazo alrededor de los hombros de ella. Algo le decía que el doctor no traía buenas noticias y la palidez y preocupación en el rostro de Olivia hizo que quisiera protegerla de todo.  

—Necesitamos operar a su hija...

Olivia sintió cómo las piernas le temblaban y no podían sostenerla. La mano de Elliot bajó hasta su cintura, sosteniéndola con fuerza, como asegurando que las cosas saldrían bien.

—Cuando su hija sufrió la caída de la barra, se rompió parcialmente el ligamento cruzado anterior —vio la cara de los padres de sus pacientes y se dio cuenta que tenía que aclararles la situación—. Es uno de los ligamentos principales de la rodilla. Debemos intervenirla para poder repararlo. Hicimos todas las pruebas necesarias y la cirugía es la única opción.

—Esto no puede estar pasando —murmuró Liv para ella misma—. Necesito verla. Necesitamos hablar con ella. ¿Está despierta?

—Claro que sí. Suministramos un calmante que le aliviara un poco el dolor antes de la cirugía. Quería comunicarles primero lo que estaba sucediendo.

—No corre ningún riesgo en cirugía, ¿verdad?

—Señor Benson...

—Él no... —ella iba a corregir el error del doctor pero él apretó su cintura, no le importaba el apellido en ese momento. Por él, el doctor podía seguir creyendo que el apellido de su hija era igual al suyo o podía llamarlo de la forma que quisiera de por vida.

—La operación no es del todo complicada. Es probable que demore menos de una hora...

—¿Después de esto podrá hacer su vida normalmente? Es gimnasta, cheerleader... Ella no puede quedarse quieta por mucho tiempo, es bastante activa. Adora realizar algún tipo de actividad. 

—Con descanso, fuerza de voluntad y la ayuda de un buen fisioterapeuta, sí —respondió el doctor con seguridad—. En unas doce o dieciséis semanas podrá volver a su vida de antes.

—¿Tres meses o más?

Él asintió como respuesta. A ninguno de ellos le gustaba esa recuperación tan larga pero preferían mil veces eso a que la situación con la rodilla de Emma fuese peor. 

Los condujo a la habitación de la joven y fuera, Elliot se dio cuenta que no había justificación alguna para que estuviera ahí. No estaba tan seguro de ingresar o no en la habitación. ¿Cuál iba a ser su excusa si había terminado con Olivia y ella no sabía que él era su padre? Mil respuestas y preguntas de ese tipo empezaron a cruzarse por su mente y Olivia supo de inmediato lo que estaba pensando.

—Tienes que ingresar conmigo —dijo Olivia colocando con temor de rechazo su mano en su antebrazo—. Lo correcto es que tú también ingreses. 

—¿Estás segura? —preguntó mirando la mano con la que lo tocaba y ella suavemente la fue retirando.

—¿Quieres verla?

—Por supuesto que sí —suspiró y pasó una mano sobre su rostro—. Me muero por ver que esté bien.

—Entonces entremos ya.

Ambos ingresaron y la joven limpió sus lágrimas con rapidez. Tenía puesta una bata de hospital y su rodilla estaba elevada con unos aparatos. Olivia fue la primera en acercarse a su cama para abrazarla y decirle que todo saldría bien. Ella no volteó a verla, sólo se quedó mirando fijamente a Elliot. A los segundos ingresó el doctor y durante la explicación que le dio tampoco dijo nada. Se cruzó de brazos y lloró en silencio asintiendo a lo que le decía. Él los dejó solos unos minutos antes de que la prepararan para la intervención.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora