Capítulo 104

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Kathleen convenció a su padre de tomarse un té con ella en la cocina, así le daban más tiempo a Eli para que procesara todo lo que había dicho y hecho en la casa de Olivia. Elliot le contó a su hija que le había pedido matrimonio y que ella había aceptado. Se alegró de que lo tomara tan bien. No estaba seguro que sus planes continuarían y el positivismo de ella al respecto hizo que tuviera esperanza de que todo se solucionaría. 

Más calmado se dirigió a la habitación que ocupaba su hijo en la casa de Kathleen. Tocó la puerta y esperó a que él abriera. Odiaba ver a su hijo tan decaído. Sus ojos estaban muy rojos y era claro que desde que ingresó ahí había estado llorando. Saber que sufría por amor siendo tan joven, y que él era el responsable de ese sufrimiento, le destrozaba el alma. Tenía un largo camino de recorrer con él para ayudar a que saliera del pozo en el que se encontraba.

—Ya sé que según todos no estoy actuando bien —murmuró Eli caminando hacia su cama. Se sentó mirando hacia la ventana, dando la espalda a la puerta—, no tienes que venir a decírmelo.

—Sé que también lo sabes y sé que estás sufriendo por esto —dijo sentándose a su lado—. Creí que estabas superándolo pero no fue así. Lamento no haber estado más para ti...

—No es necesario que estés conmigo las veinticuatro horas —respiró hondo—. Ya te dije que mis sentimientos no van a cambiar. Nada tiene que ver con que estés o no a mi lado.

—Eli te estás aferrando a algo que no puede ser.

—No puedo estar alejado de ella más tiempo. La necesito. La amo —su voz se cortó y se tomó unos segundos para continuar—. Ella no es mi hermana, no puedo verla como tal. 

—Hijo, el dolor es inevitable y desearía poder quitarte esto de encima pero no puedo —tomó su mano y la puso en medio de las suyas—, sin embargo, tu sufrimiento es opcional, estás eligiendo esto —su hijo iba a refutar pero le dio un suave apretón para que lo dejara continuar—. Te estás aferrando a Emma y al sentimiento que tienes por ella. Negándote a aceptar ese dolor que debes sentir y que es probable que no desaparezca en un corto tiempo. Estás luchando contra esta nueva realidad.

—¿Cómo pueden pedirme que la olvide de un día a otro de ella? —preguntó soltando su mano muy despacio—. Tú no olvidaste a Olivia en quince años.

—No es lo mismo. Ella no es mi hermana —respondió lo más sereno que pudo. Hablar con él era mucho más difícil que con Emma, ella luchaba por superar todos los obstáculos que la vida le estaba poniendo y él estaba obstinado en retenerlos—. Debes dejar de luchar contra nosotros para que dejemos que te estanques y que no sigas adelante con tu vida. Eli... sólo te estás haciendo daño, un daño innecesario... y se lo estás haciendo a ella de paso.

—No quiero que sufra por mi culpa.

—Y yo no quiero que ambos sufran. Ninguno de nosotros quiere verlos sufrir y ella tampoco quiere esto para ustedes —tomó aire. Su hijo caminó hacia la ventana—. Quizás pienses que te estoy pidiendo demasiado pero debes aceptar quien es ella en realidad. Emma es mi hija, tu hermana y por más que lo niegues eso no va a cambiar —se paró a su lado y pasó su brazo por sus hombros—. Estaré aquí para ti en todo momento. No voy a dejar que te sigas hundiendo, Eli.

El joven se quedó callado, pensativo. Por su cabeza pasaban recuerdos de lo feliz que había estado con Emma y lo último que ella le había gritado antes de salir del departamento de Olivia. Ella lo odiaba por aferrarse a amarla y él hasta cierto punto también la odiaba por querer soltarlo.

—Vamos. Te ayudaré a hacer las maletas —agregó después de darle un gran abrazo a su hijo.

—¿Para ir a dónde? —preguntó limpiando sus lágrimas.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora