Capítulo 113 (+18)

2.1K 145 25
                                    

Elliot se quedó en la sala, solo, en medio de un silencio sepulcral que dejaba escuchar con claridad sus pensamientos. Cada palabra que dijo su hija fue como un puñal en su corazón, uno tras otro. Palabra por palabra se seguía repitiendo en su cabeza. La voz de su hija haciendo eco en ella. En resumen, Emma creía que era un miserable egoísta. Nunca pensó en Olivia, en lo que necesitaba, en que a pesar de amarla la convirtió en su amante, sin pensar en sus sentimientos. Lo que ella le dijo no estaba tan lejos de la verdad... No la merecía.

"Todo lo que está pasando es porque quieres que todos giremos a tú alrededor como si fueras el maldito sol."

Caminó lento y perezoso hacia el mueble en el que Liv guardaba las bebidas alcohólicas y se sirvió un vaso de lo más fuerte que encontró ahí, whisky escocés. Era consciente que el alcohol no solucionaría nada pero en ese momento poco le importaba eso. En lugar de tomar solo su vaso se llevó la botella y se sentó en oscuras en el sofá donde había estado llorando la última hora. 

"Has arruinado su vida, ¿acaso no lo ves?"

Dos horas después y con solo dos vasos de whisky en su sistema, se encontraba en la puerta de la habitación de Olivia. Su cuerpo estaba iluminado por la luz de la luna y era lo más bello que había visto en toda su insulsa existencia. Vestía un pijama de dos piezas de satén color palo rosa que resaltaba en su piel oliva, tersa y suave. Parecía un ángel dormido plácidamente sobre nubes. Sus facciones, apenas visibles gracias a la poca luz que se filtraba de la calle, expresaban tranquilidad, esa tranquilidad que tanto anhelaba. ¿Era egoísta por no renunciar a ella? Claro que sí. Por supuesto que sí. ¿Cómo podría renunciar a ella una vez más? Con ella era feliz a pesar de todo y quería luchar para que esa felicidad sea eterna y no solo momentánea. 

"Siempre tus necesidades primero."

Se quitó los zapatos y los colocó cerca de la mesita de noche. Aún no sabía con exactitud cuál sería su lado de ahora en adelante y estaba ansioso por descubrirlo, por poder compartir cada mañana y cada noche a su lado. Quería el paquete completo. La convivencia a su lado. Las cosas más sencillas, como hablar sobre lo que necesitaban del supermercado. Prepararse para ir a trabajar juntos. Compartir una ducha... Necesitaba de ella. Daría su vida por ella si fuera necesario. 

"No la dejas ser feliz."

Pronto su chaqueta y jeans fueron despojados y dejados sobre el banco al pie de la cama. Respiró.

"La usaste y regresaste a tu papel de padre de familia y esposo perfecto mientras mi madre tuvo que sacrificar su vida para que la tuya no se derrumbara."

Paso su mano por su rostro. Se acostó mirando hacia el techo y en su visión periférica seguía ella, su ángel emitiendo paz tan solo con el hecho de existir y respirar. Su calor contra su cuerpo lo revivía, lo hacía querer ser una mejor persona. Se acomodó de lado y se inclinó un poco sobre ella. El olor a flores y un aroma en particular que no podía descifrar, simplemente su aroma, inundó sus sentidos.

No debía alejarse. No podía. Definitivamente no quería hacerlo. Ya no sabía cómo vivir sin ella.

Su intención no era despertarla pero sentía una inmensa necesidad de tocarla. Su mano empezó a vagar a escasos centímetros de su cuerpo y no se dio cuenta en qué momento eliminó esa distancia. Escuchó un pequeño gemido de relajación salir de ella y sonrió. Aún con los ojos cerrados y en mitad de lo que seguro era un sueño, giró hasta quedar frente a él. Acarició su rostro con suavidad y apartó el cabello que tenía sobre su frente y mejilla. Sonrió.

—Regresaste —murmuró muy bajito y puso su mano sobre él a la altura de su cintura.

—Dije que lo haría. Siempre regresaré a ti —su voz se quebró un poco. Ella seguía creyendo que no estaría a su lado, que una vez más no la elegiría—. Perdón, mi amor.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora