Capítulo 84

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Con el pasar de los minutos la desesperación, angustia y ansiedad iban en ascenso. Elliot entraba y salía de la sala de espera, con la idea de aplacar sus nervios pero sólo hacía que el estrés de todos aumentara. Había ido una par de veces a la capilla del hospital a rezar y regresaba rápido donde estaban todos, con la esperanza de recibir buenas noticias. El no tener noticias lo estaba matando lentamente. Apoyó su espalda en una de las paredes del pasillo. Se dejó caer muy despacio hasta sentarse en el piso, con los brazos cruzados encima de sus rodillas y su cabeza baja. 

La paciencia de Alex había llegado a su fin y se iba a acercar al puesto de enfermerías para pedir información sobre su amiga. Vio a Elliot sentado en el piso. Respiró hondo y caminó hacia él. Sabía que su amigo había caído en un pozo de miedo y preocupación cuando la doctora les dijo del embarazo de Olivia y su estado de salud grave. Ni ella podía asimilar aún la noticia.

—Elliot... —susurró la rubia tocando su brazo con suavidad.

—¿Dijeron algo ya? —preguntó sin levantar su mirada del piso.

—Aún no... Ella es fuerte, Ell. Sé que saldrá de esta.

—¿El bebé también?... Nuestro bebé —susurró las últimas y apretó sus puños con fuerza.

Ella no pudo responder a eso. No estaba pensando en el embarazo de su amiga, más que en la salud de ella, sólo quería que Olivia sobreviviera a la cirugía y se recuperara.

—¿Lo sabía? —inquirió con la voz temblorosa—. Ella...

—No. Claro que no.

—¿Cómo es... Sigo sin poder creer que su vida y la de nuestro bebé corran peligro por mi culpa.

—No eres el culpable de esto.

—Claro que sí. Todo esto con Kathy —tomó aire—. Debí verlo venir. Ayer... Debí saber que iba a descargar su ira con Olivia.

—No podías saberlo.

—Mi discusión con ella se centró en Olivia.

—Elliot...

Alex guardó silencio al ver a la doctora ingresar en la sala de espera. Después de largas horas por fin iban a tener noticias sobre Olivia. Elliot se dio cuenta que la rubia se puso de pie rápidamente y él la imitó. Ingresaron a la sala de espera tras ella. Ninguno se atrevía a preguntar por ella o el bebé. Sólo querían que la doctora les dijera de una vez lo que había sucedido dentro del quirófano.

La doctora se dio cuenta del miedo en sus ojos y empezó a hablar, no es que tuviera que dar las mejores noticias pero por el momento era las que tenía. Les explicó lo más claro posible la situación en la que se encontraba su paciente. Estaba en cuidados intensivos y no podía recibir visitas. A pesar de que la operación había sido un éxito, ella ingresó en un estado de coma.

Emma suplicó que la dejaran estar con su madre aunque sea unos segundos. Alex y Elliot no creyeron que fuese prudente que entrara con ella y negaron con un movimiento de cabeza a la doctora. Ella comprendió que ellos eran responsables de esa joven y le dijo que no podía verla pero que cuando la trasladaran a una habitación, sería la primera en estar ahí.

Poco a poco todos se fueron despidiendo, la doctora les había dejado claro que ya nada podían hacer ahí y que si había algún cambio en la salud de su paciente los llamaría.

—Quería quedarme con ella —susurró Emma apenas ingresó en el departamento de Elliot, seguida de Alex.

—Lo sé, cariño, pero nada podíamos hacer ahí —la vio sentarse en el sofá grande y ella hizo lo mismo—. Mañana iremos lo más temprano posible.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora