Elliot ya tenía pensado lo que dejaría en la oficina de Olivia al día siguiente. Era consciente que se demoraría un poco más lo que quería darle por lo que se pasó después del trabajo por el local donde compraba todo lo que quería para sorprenderla. Ahí había una chica que se entusiasmaba al verlo llegar, no porque le gustara si no porque adoraba verlo elegir y escucharlo hablar de la mujer que amaba. Ella personalmente lo atendía sin importarle que lo que él pedía se demoraba un poco más.
—Buenas noches —saludó muy sonriente—. ¿Ya sabe lo que le regalará mañana al amor de su vida? ¿Le gustó lo de hoy? —preguntó emocionada.
—Buenas noches, Ann —correspondió al saludo y a su sonrisa—. Aunque no me lo diga sé que lo hizo. La invité a almorzar después... en realidad llevé el almuerzo al trabajo pero lo importante es que almorzamos juntos.
—Por supuesto. Me alegra que le gustara y espero que lo perdone pronto.
—Esperemos —suspiró—. Vine porque lo que necesito para mañana lleva más tiempo.
—A sus órdenes.
—¿Puedo pedir de una vez lo del viernes?
—Por supuesto.
Le dio todas las indicaciones a la joven quien gustosa tomó notas y salió de ahí rumbo a su departamento. No podía dejar de pensar en ella, en sus besos, sus caricias, su sonrisa, todo de ella lo enloquecía.
Olivia llegó a su departamento con una muy callada Emma. Era demasiado raro que la joven no hablara de cómo había sido su día pero ella le estaba dando tiempo hasta que quisiera contarle lo que había sucedido.
Ese día para fortuna de Emma los profesores no le habían enviado tarea, excepto uno de ellos que envió la investigación en la biblioteca que habían terminado en tiempo récord.
—¿Pasó algo hoy en el colegio o en Chelsea Piers? —preguntó sacando a su hija de su ensimismamiento.
—¿Disculpa? —respondió ya que no la había escuchado.
—¿Que si te pasó algo hoy?
—No —respiró profundo—. Todo bien.
Olivia tomó a su hija por la barbilla, sabía perfectamente que no le estaba diciendo la verdad.
—Emma.
—Estoy bien, mamá.
—¿Qué pasó? ¿Puedo hacer algo para ayudarte?
"Ojalá pudieras decirme quién es mi papá y pudiéramos presentarnos ante todos como una familia pero no, no se puede." pensó y sonrió un poco. "No puedo ser tan egoísta con ella. Es mi madre y la amo tanto. Ha ejercido como tal y como padre también. No puedo reprocharle nada. Si ella decidió que no tendría padre debe ser por algo y debo respetarla. No quiero que sufra por mi culpa y hablar de mi padre hace que lo haga" respiró profundo. "¡Basta de idioteces! Emma a ti no te falta papá, te sobra mamá y eso es lo que importa" se dijo convencida y acarició con el dorso de su mano la mejilla de su madre.
—¿Cariño?
—No es nada. Sólo... sólo discutí con Matt —mintió.
—¿Quieres contarme? —preguntó y ella negó con la cabeza.
—¿Recogemos la mesa y vemos una película juntas?
—Yo meto los platos a lavar y tú ve a escoger la película, mi amor.
Emma se levantó y caminó hacia la sala mientras su madre recogía todo. Sintió unas ganas de abrazarla y no soltarla más, ella se había sacrificado tanto por ella todos esos años que no podía reprocharle nada. Corrió hacia la cocina y abrazó a su madre por la espalda.
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Sacrificio de Amor
Hayran KurguOlivia Benson regresa a su ciudad natal, New York, después de pasar los últimos 15 años de su vida lejos de ahí. Su hija adolescente de 14 años no estaba de acuerdo con mudarse pero no podía hacer nada al respecto ya que si quería conservar su placa...