Sentía como su corazón palpitaba más rápido a medida que avanzaban los números en el tablero del ascensor en el que estaba. Cada piso que subía le quitaba el aliento, la dejaba sin fuerzas. Jugaba con sus manos. No podía dejar de mover sus pies contra la caja con sus pertenencias que había dejado en el piso, en medio de ellos. En su estómago se estaba desatando una batalla, una lucha por decidir si se quedaba con el desayuno dentro o lo dejaba salir. Estaba tan nerviosa, como nunca antes había estado.
El ascensor se abrió y dio un paso para atrás perdiendo su mirada en el pasillo. Ese pasillo del cual ya se empezaba a olvidar. "No hay marcha atrás, Benson. Todo va a estar bien." Repetía una y otra vez en su mente. Tomando valor para poder poner un pie fuera del ascensor.
Se empezaban a cerrar las puertas otra vez y lo detuvo. Respiró hondo, tomó su pequeña caja y salió de ese ascensor que empezaba a agobiarla creyendo que fuera su corazón le daría un respiro pero fue todo lo contrario. Cada paso que daba hacia la sala de Víctimas Especiales era como una tortura. Si seguía así era probable que le diera algún ataque de pánico.
No escuchaba ruidos a su alrededor. Solo escuchaba los latidos demasiado rápidos de su corazón hasta que una voz algo fuerte la sacó de sus pensamientos y por fin se pudo concentrar en lo que estaba pasando en su entorno.
—Buenos días, Olivia —repitió Dodds por tercera vez.
—Perdón, estaba algo distraída. Buenos días, jefe —contestó centrando su atención en aquel hombre que tenía enfrente.
Su mirada recorrió la sala principal de su unidad. Todo estaba tan cambiado de como lo recordaba. Lo único que no había cambiado en su primera vista fue la posición de los escritorios, seguían en los mismos lugares de siempre.
Se fijó en cada cosa que había encima de ellos. Dos escritorios no habían cambiado casi nada y sabía perfectamente a quiénes pertenecían.
—Podemos pasar a su nueva oficina, Capitana —dijo Dodds sonriendo.
Ese hombre era un enigma a veces. No sabía si era una sonrisa fingida o real ya que muy pocas veces lo había visto sonreír. Él había sido uno de los más interesado en que volviera para estar a cargo de la unidad.
Olivia se había creado muy buena fama mientras estuvo en Chicago. Trabajó muchísimo en cuanto a campañas para que se procesaran todos los kits de violación o que empezaran a poner en el sistema a todos los criminales. "New York necesita una mujer como ella" había dicho él y lo había conseguido.
—Puede usar su puesto.
—Aquí estoy bien por el momento —aseguró observando cada detalle de la oficina que era de Cragen. "Don ¿Qué habrá sido de ti? Tendré que preguntarle a Alex." Se dijo creando una nota mental.
—¿Todo está como lo recordaba?
—No todo pero la mayoría sí.
—Pronto se le hará todo más familiar.
Ella asintió y sonrió tristemente.
Todos hablaban barbaridades de aquel hombre pero a ella no le parecía tan malo. Solo esperaba que con el pasar de los meses no cambiara su concepto de él.
—¿Por qué a mí?—preguntó sin poder contenerse más. ¿Quería saber? Sí, claro que quería saber por qué ella y por qué no cualquier otro.
—¿Por qué es usted la que estará al frente de esta unidad? —inquirió tratando de comprender su pregunta y ella le respondió con un movimiento de cabeza afirmativo—. Queríamos a la mejor y usted, Olivia, usted es la mejor para este puesto.
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Sacrificio de Amor
FanfictionOlivia Benson regresa a su ciudad natal, New York, después de pasar los últimos 15 años de su vida lejos de ahí. Su hija adolescente de 14 años no estaba de acuerdo con mudarse pero no podía hacer nada al respecto ya que si quería conservar su placa...