Tres de la madrugada del sábado y Olivia seguía dando vueltas en la cama sin poder dormir. Toda la semana había sido lo mismo, dormía por apenas unas horas o definitivamente no dormía. Ese día se sentía peor que nunca, faltaban apenas unas horas para decirle a su hija la verdad sobre su padre y estaba segura que las consecuencias de esa mentira serían devastadoras para todos.
Se levantó de su cama y caminó haciendo el menor ruido posible a la habitación de su hija, Emma había estado tan cansada que se quedó dormida apenas tocó su cama y no había poder humano que la levantara. Contempló su silueta, gracias a la luz de la luna que ingresaba desde el ventanal, bajo los edredones. Un nudo oprimía su garganta y sus lágrimas no demoraron en descender por sus mejillas. Se acercó hasta su cama, se sentó a su lado y la cubrió un poco más con las sábanas como lo había hecho un millón de veces.
—Te amo, mi amor —susurró mientras acariciaba suavemente su cabello—. Eres lo mejor que me pasó en la vida, lo mejor. Espero puedas perdonarme después de lo que te diré y que podamos seguir con la relación tan maravillosa que tenemos.
Cubrió su boca para evitar llorar más fuerte y regresó a su habitación.
La mañana que Emma había estado esperando con ansias todo el mes había llegado. El día anterior, ella junto a las otras participantes de la competencia y su entrenador habían estado ultimando detalles de sus rutinas por lo que estuvieron hasta muy tarde en el gimnasio de Chelsea Piers. Esa era la última competencia del año y estarían los reclutadores del equipo de gimnasia que representaba al país en las competencias mundiales para poder elegir a alguien especial para estar en su equipo. Los nervios estaban a flor de piel pero cada una sabía cuál era su potencial, tenían que hacer lo que mejor sabían hacer y tenían que divertirse.
Emma estaba ansiosa y dando vueltas por toda la casa esa mañana. Tenía algo como un mal presentimiento para ese día pero lo estaba atribuyendo a sus nervios. Ya no le importaba ganar tanto como le importaba impresionar a esos reclutadores, su sueño era estar en el equipo nacional y si hacía todo como lo había planeado, lo más seguro es que la quisieran dentro.
—Emma, debes dejar de moverte o harás que arruine el maquillaje —regañó Liv a su hija.
—Vas a ganar como siempre, Emm —agregó Alex y puso sus manos sobre los hombros de ésta para relajarla—. Nunca te había visto tan nerviosa.
—Ayer les dijeron que los que reclutaban a las integrantes del equipo nacional estarían ahí...
—Y tengo que impresionarlos —suspiró y frotó sus manos—. No tengo que ganar necesariamente. Sólo hacer hasta lo imposible para que me quieran dentro.
—Sé que puedes impresionarlos y ganar... pero tienes quince años, por lo general las integrantes tienen más de dieciséis.
—Lo sé...
—Eres una de las mejores.
—Gracias tía Alex —sonrió y su madre terminó de maquillarla—. Gracias mamá... por todo.
—Siempre voy a estar aquí apoyándote... pase lo que pase —susurró abrazándola fuerte.
—Bueno, bueno, ya es hora —interrumpió Alex, sabía lo que estaba pensando Olivia y quería evitar que Emma sospechara algo—. Arriba ese ánimo, nena. Hazle honor a nuestro nombre, las Alexandras nunca nos rendimos.
—Quizás quieran hacer una excepción conmigo y si no, el próximo año será.
Emma se animó con lo que dijo su tía e intentó dejar de lado esa preocupación que sentía. Salió de su habitación en busca de su celular, dejando a Olivia y Alex solas.
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Sacrificio de Amor
FanficOlivia Benson regresa a su ciudad natal, New York, después de pasar los últimos 15 años de su vida lejos de ahí. Su hija adolescente de 14 años no estaba de acuerdo con mudarse pero no podía hacer nada al respecto ya que si quería conservar su placa...