Capítulo 60

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Olivia preparó la cena para ella y su hija esperando que se hubiera tranquilizado. Necesitaba hablar con ella y aclarar todo. Cometió un error, sí, pero nunca fue su intención lastimarla. Sabía que el cambio de ciudad había sido difícil para las dos y ambas cambiaron notablemente pero su hija seguía siendo una adolescente y no era su obligación preocuparse por las relaciones amorosas de su madre.

Desde que era una niña ella intentó no crearle falsas esperanzas con lo que a un padre se refería. Era estúpido, no quería reemplazar a Elliot pero tampoco quería que formara parte de sus vidas. No lo quería si iba a destruir la familia que él había elegido formar con Kathy sólo porque ella había sido lo suficientemente tonta como para embarazarse. Por lo que siempre mantuvo lo más lejos posible a sus citas de una o dos noches cuando empezó a salir. Quería proteger a Emma de cualquier desilusión. Ella sabía que sus relaciones no funcionarían porque no estaba enamorada de esos hombres y no iba a hacer que su hija los conociera.

Emma nunca conoció a ninguna de sus citas porque ella decidió no imponerle una figura paterna a su vida y ahora que lo hizo con David, todo terminó saliendo mal.

Sus recuerdos regresaron a esa niña, de cabello castaño y los ojitos azules más encantadores del mundo, a la primera vez que le había pedido un papá. Automáticamente en sus ojos se agolparon lágrimas dispuestas a salir.

(...) Como cada tarde ella estaba a la salida de la escuela de Emma, desde que su hija nació se tomaba casi dos horas de almuerzo para comer con ella. La recogía de la escuela, luego le preparaba un rico almuerzo y conversaban unos minutos hasta que llegara la niñera y ella se tuviera que ir de nuevo al trabajo.

Era increíble todo lo que tenía que contar su hija con tan sólo 5 años. Muy elocuente y específica para su corta edad pero esa tarde no hubo charla. Intentó que su hija le dijera algo camino a casa pero no obtuvo más que monosílabos. Quería demasiado quedarse con ella el resto de la tarde pero necesitaba terminar con la documentación de un caso. Por suerte era viernes y tendrían todo el fin de semana sólo para las dos. Fue a su trabajo, terminó lo antes posible todo y llegó un poco antes de las 7 de la noche a su casa.

—¿Me ayudas a preparar la cena, Emm? —preguntó después que su niñera se despidiera. Esta le informó que su hija había estado decaída todo el día pero que no parecía enferma—. ¿Qué se te antoja comer? Podemos preparar lo que quieras.

—¿Puedo ir a ver tele mejor? —contestó en voz muy baja y mirando el piso.

Olivia respiró profundo y se arrodilló delante de su hija para poder mirar esos ojitos azules que eran su paraíso.

—Sabes que puedes contarme todo, todo, ¿no? Cualquier cosa.

—Sí mami.

No obtuvo más que esa respuesta y la dejó ir a su habitación. Los siguientes minutos se dedicó a preparar la comida preferida de Emma. La puso en el horno y subió para hablar un tiempo con ella.

—¿Adivina qué? —preguntó emocionada al ingresar en su habitación, tratando de subirle el ánimo a su hija. Se sentó en su cama frente a ella.

—¿Qué? —preguntó sin dejar de peinar a su barbie.

—Comeremos tu comida favorita —agachó su cabeza para buscar su mirada.

—¿Mc Donalds? Es viernes mami y comemos eso los domingos después de mucho tiempo —comentó y continuó con su concentración en su barbie.

Liv sonrió. Orgullosa de que su hija conociera las reglas con respecto a su alimentación. No la dejaba comer comida rápida cada fin de semana como la mayoría de los niños. Hacía excepciones sólo una vez al mes, aunque eso no cambiaba que su hija esperara con ansias ese día.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora