Capítulo 120

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Elliot golpeó dos veces la puerta de la habitación sin recibir respuesta, no un "vete" o un "ahora no" por lo que ingresó. No sabía si no obtener respuestas era mejor que ella lo echara pero lo tomó como un sí. Olivia estaba de espaldas a la puerta. No se giró, ni hizo ningún movimiento cuando él empezó a acercarse.

—Creí que habías puesto seguro a la puerta. 

—Lo hice. 

—Liv...

—Solo quité el seguro por Emma —resopló.

—Lo sé. Ella está afuera.

—La escuché.

—Liv, no debí hablarte de esa manera —se arrodilló junto a la cama y al ver que ella seguía esquivando su mirada, se sentó a su lado, contra el velador.

—¿Y esas son tus disculpas por portarte como un imbécil, como el viejo Stabler?

—No. Perdón. No quise decir lo que dije. 

Ella respiró profundo y miró hacia él. Sus piernas estaban recogidas, sus antebrazos sobre sus rodillas y su mirada hacia el piso.

—Soy un imbécil. Te amo y lo menos que quiero es herir tus sentimientos y sé que lo hice —respiró hondo—. Tomé mal lo de Eli. Discutí con Kathy...

—Y te desquitaste conmigo por mirar lo positivo en la decisión de tu hijo —se sentó y se cruzó de brazos. Recordarle que tenían que lidiar con Kathy por el resto de sus vidas no había ayudado a sus disculpas—. Estas aquí porque Emma te envió. Te dijo que se fue a España un semestre y ataste cabos. Supiste que apoyé a Eli no porque lo quiero lejos o porque en mis entrañas estaré de acuerdo con cualquiera que quiera huir de su vida, sino porque creo que es una buena experiencia y nuestra hija es la muestra de eso.

—Lo lamento, Liv.

—Sí, yo también lamento que hicieras esto justo hoy.

—Yo...

—Puedes tomar tu almohada y una manta, ya sabes donde están.

Elliot suspiró y se levantó, no conseguiría el perdón de Olivia de la noche a la mañana o con un simple "lo lamento". Antes de salir, le repitió cuánto la amaba y cuánto sentía haberla lastimado. Emma salía de su habitación con su pijama puesta y puso los ojos en blanco al verlo con la almohada debajo de su brazo.

El fin de semana llegó y las cosas no mejoraron mucho, o nada, entre Olivia y Elliot. El ambiente era tenso y ella estaba distante. Emma había dormido dos noches seguidas con Olivia y él continuaba desterrado al sofá.

El sábado en la mañana les llevó el desayuno a la cama y desayunaron en silencio, sin tocar el tema de la pelea o de Eli. Emma le dio una mirada comprensiva a su papá al ver que no estaba avanzando en conseguir que su madre lo perdonara.

­—¿Tenemos planes para hoy? —preguntó Emma animada, rompiendo el silencio—. Podemos ir al parque Madison Square con Sweety. ¡Haremos un picnic!

­—Me encantaría decirte que sí...

­—¿Pero?

­—Necesitamos ir al supermercado —contestó y frotó su barriga, seguía muy dura desde el jueves que se encontró con Kathy—. Alex viene a cenar hoy y no quisiera estar agotada para cuando venga.

­—Bien. Nos quedamos en casa.

­—¡Oh no! Pueden ir ustedes —aseguró mirando a Elliot—. Tu padre puede llevarte.

­—Mamá...

­—No quisiera dejarte sola —murmuró Elliot interviniendo en la conversación.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora