Cap. 5: La Amenaza Fantasma

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Harry Potter pertenece a JK Rowling.

Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)

Harén de Harry.

HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.

SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.

Los Gungan se unieron a los Jedi, a la princesa Padme y a Anakin, cuando las tropas de la Federación de Comercio, fueron hacía ellos.

Un vigía Gungan, advirtió sobre las tropas de la Federación de Comercio, acercándose, pero también los Jedi recibieron refuerzos, soldados enviados para auxiliar a la reina Padma.

Crearon el mejor plan que pudieron, aunque sus aliados no eran muchos, sus armas tenían menos poder de fuego, que las armas de los Androides de batalla.

Lo primero que hicieron, luego de poder posicionarse, de tal forma que les permitirían, atacar por dos flancos a sus enemigos, fue quitarles las armas a los Androides, y entregarlas a los soldados de Naboo, quienes ahora tenían una mayor oportunidad. Qui-Gon Jin y Obi-Wan, usaron la atracción de La Fuerza, para arrebatarles sus armas a los Androides, rodearlos con las armas y hacerlas dispararse, antes de entregar las armas a sus soldados.

Seis soldados, los dos maestros Jedi, Padme y Anakin, ingresaron en el palacio Theed, con tal de tomar como su cautivo al Virrey Gunrey. Pero, además, tomarían las naves, despegarían y atacarían desde tierra y aire, al ejercito Droide.

Otro grupo de naves despegaron, bajo el mando del grupo de protección de Padme, este segundo grupo, salieron al espacio exterior, contraatacando las naves caza, que salían de la nave de la Federación de Comercio.

―Cazas adelante, Bravo prosiga ―ordenó el comandante.

― ¡Sí señor! ―dijo uno de los solados, mientras comenzaban el combate.

En tierra firme, un grupo de guerreros Gungans, vieron como los tanques de la Federación se abrían y liberan Androides de Batalla.

Pero los Gungans comenzaron a contraatacar, antes de que sus enemigos robóticos, tuvieran tiempo de liberar sus brazos, piernas, cabeza, o siquiera lograran alcanzar sus blasters, arrojaban lanzas, rocas, esferas de metal azul, y estas mismas, pero en un tamaño mayor, las usaban en las catapultas.

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Para Sheda y Athric, fue menos de un par de días. Pero, para Harry, fueron al menos unas dos semanas, hasta que ella volvió por él.

En Coruscant, en una sala solo provista de dos muebles, muchos cojines y otros aditamentos, Harry Potter se encontraba junto a su maestra Jedi, Sheda, quien estaba entrenando a Harry, en algunas pruebas típicas de los Iniciados Jedi, el escaño anterior a ser un Padawan.

Eso hacía molestar al pelinegro, pero sabía que carecía de la sabiduría suficiente, como para ir al frente de batalla, así que se tragó sus quejas, dejó de lado su enfado y serenó su mente, mientras volvía a escuchar a su maestra, y hacía levitar varios objetos de uso cotidiano, cada uno más pesado que el anterior, hasta llegar a una rudimentaria pesa/mancuerna, siendo verdaderamente complicado alzarlo, únicamente con la telequinesis de La Fuerza.

Las puertas se abrieron, y la tetera cayó, pero Sheda la tomó en el aire.

Venían entrando una Mirialana, su cabello era negro, piel era amarilla, sus ojos azules y vestía con una Túnica Jedi, junto a ella, una joven Twilek de piel azul y ojos negros.

―Maestra Office. ―Saludó la humana.

―Maestra Obaset. ―Saludó la Mirialana. ―Perdónenos por interrumpirlos, en su entrenamiento, ya nos retiramos.

Star Wars: El Destino de la Fuerza MágicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora