Capítulo 18

2.4K 281 33
                                        

Acababan de llegar a casa después de recorrerse media ciudad, en compensación Natalia había hecho la cena para las dos.

- Gracias. 

- No me las tienes que dar. - Respondió Natalia. - Ya sabes que estaba deseando venir a Madrid, era un viaje pendiente.

- Era un viaje pendiente pero por Carlitos, no por mí, admítelo.

- Bueno, no te voy a engañar que un poco sí.- rio - Llevamos un año teletrabajando juntos, ya era hora ¿no?

- Pues sí, aunque tengo que admitir que me pareció un poco paraíto. Cuando pasó todo lo de Ciriaco ni reaccionó, Luisita lo entiendo porque es su hermano, pero él que es el director del colegio, no sé, sé más rápido, reacciona.

- Pero bueno, y esa ataque tan gratuito. - Ambas rieron. - Te echaba de menos.

- Y yo a ti.

- ¿Tú estás bien aquí?

Dudó unos segundos - No lo sé. No soy tonta Natalia, me vine aquí para huir, no para empezar de cero ni para recomponerme.

- Los problemas siempre vienen con nosotras.

- Así es, pero sabías cómo estaba yo en Zaragoza, mi relación con mi familia, con mi madre que siempre fue mi pilar. Tenía que salir de ahí, me estaba quedando sin aire.

- Amelia, no necesito que te justifiques, solo quiero saber si estar aquí te hace bien.

- Me hace más bien que estar ahí.

-¿Y Luisita?

- Luisita es luz.

- Y no quieres apagarla ¿no?

- No. - Amelia contuvo las lágrimas. Natalia la conocía demasiado bien, no sólo sabía de sus miedos si no que conocía su línea de pensamiento. 

- Amelia, no creo que eso sea justo para ti.

- ¿Y lo es para Luisita?

- Quizá tiene que ser ella quien lo decida ¿no? Déjala que te conozca.

- Ya sabes lo que dicen; que para querer bien a alguien, hay que quererse a una misma primero.

- ¿Crees que podrías querer bien a Luisita?

- No lo sé. - Una lágrima se hizo paso a través de sus ojos.

- ¿Crees que podrías quererte tú?

- Se supone que estoy en ello.

- Pues, entonces, Amelia, no tengas miedo, no te pongas más límites de los que ya tienes. Estás trabajando en ti, date la oportunidad de conocer a alguien aunque solo seáis amigas. Necesitamos de los demás, somos animales sociales. No te encierres, vuelve al trabajo, a salir, a hacer todas esas cosas que siempre te han gustado.

- ¿Y si ya no me gustan?

- Pues explora. Suena mal, pero te tienes que obligar. Tienes que obligar a que tu cerebro segregue todos esos neurotransmisores que nos regulan. 

- Lo sé, Natalia,  me sé la teoría aunque no sea capaz de ponerla en práctica. - Sonrió.

- Al menos eres consciente de lo que te sucede y quieres cambiar que es lo que importa. No te juzgues ni te exijas más de lo que puedas dar ahora.

- La motivación del cambio. - Dijo pensativa.

- Lo es todo. Querer cambiar es poder cambiar. De todos modos, si ves que te viene grande, pide ayuda, no es malo, lo sabes. Estás sufriendo un trastorno de estrés postraumático, no tienes por qué pasarlo sola. Los primeros meses que estuviste con Lourdes te fueron muy bien ¿no?

KintsugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora