Capítulo 29

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Ciriaco tenía la mirada perdida a pesar de estar observando el exterior, sus ojos no reaccionaban a los estímulos de fuera y su expresión parecía indicar que estaba en otro lugar. Amelia se acercó con cautela, le llamó varias veces, pero no apartó la mirada de la ventana en ningún momento. Se sentó en frente de él y lo observó con detenimiento intentando leer su mirada o el gesto de su cara. Al ver que no respondía hizo varios aspavientos para llamar su atención pero nada, Ciriaco seguía en su universo. 

- ¿Desde cuándo lleva así?  - Le preguntó a Luisita.

- Desde principios de semana.

- Sabes si le pasó algo en el colegio.

- No que yo sepa.

Amelia se dirigió al pequeño.

- Ciriaco ¿qué tal en el cole? - No respondió.

- ¿Le gustó a Elisa el ramo de flores?  - Las pupilas de Ciriaco se dilataron, eso era una buena señal.

- Seguro que sí, - continúo Amelia - el ramo era precioso ¿verdad? - Al no recibir ninguna respuesta de Ciriaco miró a Luisita esperando la suya.

- Sí, sí, precioso, quedó superbonito. - Respondió.

- Y además azul celeste. - Prosiguió la psicóloga. - Ese es color favorito de Elisa ¿no? - De pronto Ciriaco giró la cabeza hacía donde estaba Amelia. Iba por  buen camino.

- ¿Qué hizo cuando lo vio? - Ciriaco la miraba, pero sus ojos no estaban en Amelia. La morena fijó los suyos en los de él, tenía una mirada triste, sin brillo, vacía. Una mirada que Amelia conocía demasiado bien, comenzó a ponerse nerviosa... Se recolocó en la silla.

- Luisita - pronunció con dificultad - me pones un vaso de agua por favor. - Tenía la boca seca, demasiado seca y esa sequedad le ardía en la garganta. Luisita no tardó en llevarle el agua.

- ¿Estás bien? - Le acarició el hombro logrando que aquel nudo que se estaba formando se aflojara. Amelia la miró y asintió con un leve gesto de cabeza. Intentó focalizar su atención en Ciriaco, regresó  a su mirada a pesar del dolor que esos ojos le provocaban.

- Ciriaco - con prudencia Amelia le acarició la mano. - ¿Estás bien? 

El pequeño no respondió a la pregunta pero sí al contacto de Amelia, bajó la mirada a su mano y la retiró, en ese instante la morena observó que tenía las uñas mordidas.

- Luisita ¿desde cuándo se muerde las uñas ?

- ¿Ciriaco? Nunca se ha mordido las uñas.

- Pues parece que ahora sí, mira. - Luisita se acercó a la mesa y vio las manos de su hermano.

- Qué raro, Amelia...

- Y mira... - Le señaló el dedo índice. - Lo tiene en carne viva, probablemente lo hace de forma obsesiva. Luisita, hay que vigilarle esos dedos se puede hacer daño, seguro que ahora mismo le duele. - Luisita asintió y le dio un beso en la cabeza a su hermano.

- Ciriaco ¿qué te ocurre, cariño? - Musitó mientras le abrazaba. Realmente era una pregunta retórica, sabía que nunca le contestaría.

- ¿Por qué crees que ha empezado a morderse las uñas? - Le preguntó a Amelia.

- A saber... - hizo una breve pausa - las personas que se suelen morder las uñas es por ansiedad o estrés. Tu hermano debe estar pasando por alguna situación de ese tipo y se expresa de esa modo. Las conductas son las expresiones de nuestros pensamientos  y emociones.

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