Capítulo 136

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Estaban abrazadas, una enfrente de la otra, con las piernas entrelazadas y las manos en sus cinturas. Se respiraban. Mantenían los ojos cerrados y el resto de sentidos abiertos, saboreando aquella calma, aquel momento donde todo volvía a estar bien, donde el dolor era solo un recuerdo. A veces solo hay que dejar que las cosas ocurran, que las palabras salgan de la boca a borbotones y dejar que se las lleve el viento, no darles más importancia que a los propios hechos o que al propio amor.

- Lo siento. - Murmuró Amelia en un fino hilo de voz con miedo a romper ese equilibrio que tanto les había costado alcanzar.

Luisita abrió las ojos, la observó, seguía con los ojos cerrados y el rostro tranquilo, sonrió, recorrió su mejilla con los dedos y los arrastró con delicadeza hasta la comisura de sus labios.

- Te quiero. 

La morena sonrió en sus dedos, respiró aliviada. Notó como el cuerpo de Luisita se acercaba más a ella, su aliento en la piel y el roce de sus labios.

- Me voy a tener que ir. - Dijo con un poco de miedo, no quería herir a Amelia, no más de lo que sentía que ya había hecho. La joven asintió.

- ¿Te veo luego?  - Volvió a asentir.

Luisita se inclinó hacia ella, la volvió a besar y se fue con el corazón todavía en un puño. No sabía cómo se sentía ni cómo debía sentirse. Nunca había discutido con Amelia de aquella manera y nunca la había visto tan desesperada.

****


- ¿Cómo estás? - Fue lo primero que preguntó Lola en cuanto vio a su hermana entrar en la sala de espera.

- Bien. 

- ¿Y Amelia?

- Espero que bien. - Estaba agotada, lo notaba en sus palabras, en la forma que tenía al arrastrar las sílabas.

- Todo irá bien, ya verás. - Intentó consolarla a pesar de no sonar nada convincente.

- ¿Nico? ¿Se sabe algo?

- Nada pero...

-Pero ¿qué?

- Tengo un mal presentimiento, Luisita. - Confesó.

- Lola, no pienses así.

- Es que no lo pienso, lo siento, lo siento aquí, en el pecho. 

- Es normal sentirse así pero eso no quiere decir nada. Muchas veces la ansiedad, el anticiparnos a los hechos nos hace creer que nuestros miedos puedan hacerse realidad. Espera a ver qué te dicen los médicos.

- Ojalá tengas razón... - Contestó sin fuerza.

- ¿Luisita? - La rubia dirigió la mirada al lugar donde procedía la voz.

- ¡Asun! - Se levantó y se fue hacia ella. 

- ¿Cómo estás? - Quiso saber la enfermera. - ¿Qué tal Amelia?

- Bien, bien, ahí la he dejado en el hostal, ahora viene, en un rato. ¿Y vosotras?

- Bien , mucho trabajo, la falta de personal se está notando y estamos haciendo dobles turnos.

- Jo, ya lo siento.

- Nada ¿Y tú? ¿Te han dicho algo de la universidad?

- No aún no, estoy esperando a que me manden un correo o algo. - Se encogió de hombros, lo último en lo que pensaba era en su acceso a la universidad, ahora mismo, lo sentía tan lejano.

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