- Esa era mi idea, por eso volvía; para cuidarte, Amelia.
La morena suspiró ante aquella confesión y besó con dulzura el cuello de la rubia provocando que su piel se erizase.
- ¿Y qué pasó? - Preguntó con cautela sin apenas separarse de Luisita.
Sabía que aquella pregunta no era fácil. Percibió como el pecho de Luisita se hinchaba e iba soltando poco a poco el aire, intentaba calmar los nervios con las técnicas que ella misma le enseñó en su momento. No quiso presionarla ni ayudarla, debía pasar por aquel momento sola, sin su ayuda.
- Acababa de colgar a Lola...
Comenzó a relatar con los ojos cerrados.
- Era la quinta o cuarta vez que discutíamos. Intenté explicarle mis motivos, porqué me iba pero no me quiso escuchar... y ahora lo entiendo, imagino que a esa altura ya sabía lo que le pasaba a Nico.
Hablar de él aún le dolía.
- No te voy a negar que hablar con mi hermana me alteraba mucho, y a eso se le unía el hecho de que quería llegar ya, estar contigo y demostrarte que no me había ido... no te voy a mentir, en más una ocasión, pasé el límite de velocidad pero no en ese momento.
Inconscientemente apretó la mano de Amelia.
- Te juro que en ese momento no.
Se quedó callada aún con los ojos cerrados sin soltarse de Amelia. Intentaba poner algo de orden en su cabeza. Desde que inició el relato cientos de recuerdos reaparecieron en su mente, como si acabara de abrir un lanza confeti y todos esos puntos de colores hubiesen invadido todos sus huecos.
- Había activado el control de crucero, necesitaba descansar las piernas, había estado conduciendo tanto...
Su cuerpo pareció tensarse por momentos.
- Mantuve la mirada fija en la carretera, apenas me había cruzado con algunos coches durante el trayecto, era una noche tranquila, demasiado tranquila pero no me confie. Nunca me confío.
Volvió a apretar la mano de Amelia con más fuerza y ésta sintió como las pulsaciones de la rubia se aceleraban.
- Y pensé de nuevo en tí, en si estaba haciendo bien. Nos habíamos despedido en los mejores términos posibles y yo había tomado la decisión de volver pero sin consultarte, ¿quién era yo para hacer eso? y comencé a dudar, volvieron todos esos miedos haciéndome creer que era una pésima idea, que tú no me querías ni me necesitabas, que estaba perdiendo el tiempo, que debía volver con Lola, con Nico, con quien realmente me necesitaban no contigo y entonces apareció de la nada unos faros blancos, deslumbrando la carretera, cegándome.
Se tomó tu tiempo antes de retomar la conversación, recordó aquel destello, cómo sus pupilas se contrajeron e intentaban con urgencia acomodarse a la luz para poder ver pero fue demasiado tarde.
-Di un volantazo cuando vi que el coche iba directa a mí y entonces... noté un golpe fuerte en el costado, el airbag saltó golpeándome la cara y justo ahí, en ese momento donde el dolor se hacía presente y se mezclaba con el desconcierto y con el miedo, apareciste tú con esa sonrisa que tanto me gusta y entonces comprendí que no te iba a volver a nunca más y me asusté, me asusté como nunca antes lo había hecho porque era demasiado pronto, porque no te había dicho nada de lo que realmente quería, porque no estaba contigo, porque debía estar contigo y sin embargo, decidí irme y me odié, me odié a mi misma por no pensar en ti, por no pensar en mi y otro golpe más fuerte que el anterior me noqueó y mi cuerpo comenzó a ser zarandeado por la inercia o por la gravedad, no sé qué principio de la física sería, me sentí como un muñeco sin vida, recibiendo golpe tras golpe y tú siempre en mi cabeza y yo sin querer soltarte. hasta que mis fuerzas se fueron, desaparecieron tras un último impacto que para mí fue el definitivo.

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Kintsugi
Roman d'amourEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...