- ¿Amelia? - Susurró Luisita.
No podía creer que estuviese ahí, que hubiese respondido a su llamada. La miró desde el suelo; parecía un ángel en mitad del caos. Contuvo el llanto mientras la observaba con devoción y sin saber qué más decir. Amelia le respondió a la mirada acompañada de una sonrisa tranquilizadora para después dar un repaso al cuarto; vio el desorden, las flores destrozadas, a Ciriaco balanceándose y dándose golpes en la cabeza y a una Luisita destrozada.
- Cata - llamó Amelia a la pequeña de los Gómez - ¿Sabes hacer infusiones?
- Infusiones y café. - Contestó orgullosa.
- ¿Tenéis tila?
- Sí y manzanilla.
- Genial, pues ve a la cocina y hazle una tila a tu hermana ¿vale?
- Claro. - Sonrió.
- Gracias, cariño. - Le acarició la mejilla antes de que Catalina realizara la tarea encomendada.
Amelia volvió a evaluar la situación antes de hacer cualquier tipo de intervención. Observó a Ciriaco, se movía rápido, con gesto bruscos, tenía el cuerpo en tensión y se golpeaba siempre en la misma zona, lentamente se aproximó a él, no quería ponerle más nervioso de lo que ya estaba.
- Ciriaco, soy Amelia.
No respondió, ni si quiera la miró. Con cuidado, alzó el brazo para intentar detener el siguiente golpe del pequeño, pero éste se anticipó y con la otra mano pegó a Amelia evitando así un posible contacto. Luisita se asustó.
- Amelia ¿estás bien? - Por fin reaccionó.
- Sí, no te preocupes . - Amelia se acercó a Luisita quien no había apartado la vista de ella en ningún momento, verla era como un calmante. - ¿Tú como estás? - Preguntó preocupada apoyando su mano en la pierna.
Fue sentir el contacto de Amelia y un inmenso peso desapareció. Luisita pudo respirar.
- Bien... - Murmuró mirándola a los ojos.
- Necesito que hagas algo. - Le pidió Amelia.
- Lo que sea.
- Tienes que acercarte a tu hermano, muy despacio y que te vea. Te tiene que ver ¿vale? - La rubia asintió - Abrázale. Él no va a querer, te empujará y te pegará pero le tienes que abrazar, así podrás inmovilizarle para que no se haga más daño y el contacto contigo le va a calmar.
- ¿Conmigo? - Dijo incrédula.
- Eres su hermana, la persona más cercana él y te quiere. Yo no puedo hacerlo, no tenemos esa confianza. - La contempló unos segundos - ¿Me has entendido? - Asintió - ¿Crees que puedes hacerlo? - La rubia volvió a asentir. - Venga, va, hazlo, - miró a Ciriaco que seguía golpeándose cada vez más fuerte - antes de que se haga más daño. - Agarró la mano de Luisita y la miró a los ojos. - Puedes hacerlo.
La rubia volvió a asentir y apretó la mano de Amelia para intentar absorber la seguridad y la confianza que ahora mismo mostraba la morena. Despacio y con cautela, Luisita se posicionó delante de Ciriaco para que éste la viese.
- Ciriaco, cariño, - miró Amelia esperando su aprobación. - me voy a acercar a ti y te voy a abrazar ¿vale? - Ciriaco continuaba con la mirada perdida.
- Me acerco, Ciriaco.
De forma pausada Luisita comenzó a acercarse a su hermano pequeño que seguía con la misma conducta. Fue acortando el espacio hasta estar a unos pocos centímetros y le rodeó con el brazo izquierdo, en cuanto Ciriaco lo notó, gritó asustando a Luisita que instintivamente se apartó y miró a Amelia que le susurró que todo estaba va bien. Volvió a envolverle con el brazo, a pesar de los gritos de descontento de su hermano, y cuando lo intentó con el otro brazo recibió un puñetazo.
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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...