Capítulo 121

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Caminaban agarradas de la mano, compartiendo el silencio de una ciudad vacía y disfrutando de un breve descanso del calor.

- Amelia - La detuvo a escasos metros del portal de su casa. 

La morena la miró sin dejar de sonreír, así había estado durante todo el camino, con una sonrisa dibujada en su rostro, pensando en lo afortunada que era por tener a aquella mujer a su lado; acompañándola.

- ¿Te puedo pedir una cosa? - Murmuró con un poco de timidez. 

Amelia no la dejó hablar, se inclinó hacía ella y la besó con ternura, permitiendo que su lengua rozara ligeramente sus labios.

- No era eso lo que quería. - Soltó Luisita aún con los ojos cerrados, en cuanto los abrió descubrió a una Amelia ruborizada.

- ¿Te has puesto roja? - Comenzó a reír, le sorprendía verla en ese estado,  eso era más habitual en ella.- Pero vamos que me puede seguir besando si quieres. 

- ¡Perdona! Es que como pronunciaste así mi nombre... no sé.. ¡qué tonta! - Se disculpó la morena.

- Así ¿cómo?

- No sé, muy sensual.

- ¿Sensual? ¿Te parezco sensual? - Preguntó llena de curiosidad.

- Por supuesto. - Respondió con obviedad.

La rubia le sostuvo la mirada y le dedicó una de sus mejores sonrisas, Amelia negó con la cabeza mientras dejaba salir una ligera risa.

- Si no querías que te besara entonces ¿qué era?

- Lo primero, yo no he dicho que no quiera que me beses, no tergiverses mis palabras solo te dije que quería pedirte una cosa.

- Valeee...  y ¿qué cosa es? 

Dudó varios segundos, no sabía cómo decirlo sin que sonora como una estupidez.

- ¿Podemos ir al coche? -  Lo dijo de forma apresurada, sin pensar.

- ¿Al coche? 

- Sí, es que me gustaría montar en él.

- ¿Quieres conducir?

- No pero quiero ir poco a poco... ¿O es una tonteria? Mejor no ¿verdad? Es que soy tonta, pensé que si iba al coche poco a poco se me iría quitando esa ansiedad que tengo con él, como ir exponiéndome pero en pequeñas dosis, no sé si me explico, sí, lo sé, es una bobada. En mi cabeza era una buena idea.

- Y  lo es. - Contestó Amelia con orgullo. - ¡Venga! ¡Va! ¡Vamos! - Agarró la mano de Luisita y la llevó al coche que tenía a pocos metros de su casa.

- Toma - Le entrego las llaves.

Antes de coger las llaves, Luisita respiró profundo y se repitió una y otra vez ¡Venga tú puedes!

- ¿Estás segura? 

- Sí, sí... pero te subes conmigo ¿no?

- Claro. 

Apretó al botón del coche para abrir las puertas, Amelia miró a su novia y se montó en el asiento del copiloto mientras Luisita intentaba mantener la respiración y el corazón en su sitio. Contó hasta tres y como si fuera a zambullirse dentro del mar, se metió en el coche. Miró a Amelia que no había apartado la mirada de ella ni un segundo y la recibió con una sonrisa. Después de varios segundos para acomodarse introdujo la llave del coche y se paró.

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