Capítulo 131

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- Vas a desgastar el suelo como sigas dando tantas vueltas.

Amelia miró a la rubia con un gesto de nerviosismo.

- No sé por qué te hice caso, tenía que haber quedado en otro lugar, no en mi casa. - Resopló.

- Amelia, es tu casa, es tu terreno.

- ¿Mi terreno? Mi padre es capaz de hacerse  dueño de todo esto en un segundo.

- Amor... - Se detuvo delante de ella frenando su paso. - estamos junta, pase lo que pase lo superaremos. - Le dio un beso antes de que sonaba la puerta principal.

- Ahí están. - Murmuró con la voz cargada de inseguridad. 

Abrió la puerta y los vio; Devoción llevaba su abrigo de entretiempo, el pelo recogido en un moño bajo y le dedicó una sonrisa a su hija en cuanto sus ojos se encontraron, sin embargo, Tomás apenas dirigió la mirada a Amelia, la alzó por encima de su hombre y sin permiso entró en el apartamento encontrándose con una Luisita erguida y con el pecho henchido, no iba a permitir que aquel personaje destrozara, otra vez, a su novia. Se había preparado para ese momento, estaba lista para reaccionar ante cualquier ataque por parte de él, solo necesitaba la mirada de Amelia, ella le marcaría el momento.

- Pasa - Le dijo Amelia a su madre mientras.

- Gracias hija por habernos llamado.

- ¿Queréis tomar algo? - Preguntó Luisita en cuanto Devoción se adentró en la sala de estar.

Tomás observó a Luisita de arriba a abajo logrando que la rubia se incomodase por aquella mirada llena de prejuicios.

- Un café - Contestó altivo.

- Yo, otro, gracias.

- ¿Y tú, cariño? - Se dirigió a Amelia que se había quedado atrás observando la estampa "familiar", negó con la cabeza.

Luisita se marchó a la cocina, no sin antes apretar la mano de Amelia, ésta cogió aire y se sentó al lado.

Su padre se tomó la libertad de caminar a sus anchas por el apartamente  evaluando cada detalle antes de sentarse al lado de su mujer.

- ¿Te lo has pensado? - Preguntó con ansías Devoción en cuanto Amelia tomó asiento y Luisita apareció con los cafés.

-Más o menos.  - Contestó,

Sentía su corazón latir a mil por hora, parecía retumbar en su interior una y otra vez.

- ¿Más o menos? - Repitió Tomás con desprecio.

La morena solo se limitó a asentir, era curioso como a pesar del tiempo, y de haber trabajado su relación con su padre en terapia, seguía removiendo todas sus emociones. Tomás era capaz de de erizar su piel pero por miedo, Tenia miedo a repetir patrones, a volver a sentir la frialdad de sus palabras clavarse en su pecho, miedo a volverse diminuta y convertirse en alguien invisible para el mundo pero sobre todo para ella. 

En cuanto terminó de servir los cafés, la rubia se sentó al lado de Amelia y entrelazó su mano con la de ella, gesto que no pasó inadvertido a Tomás y cuya reacción de desagrado no ocultó.

- Sí, he redactado lo que me pediste - La morena señaló una carpeta que se encontraba en la mesa, justo al lado de la cafetera.

- ¿De verdad? -  Contestó Devoción incrédula. 

- Pero es del 2018 ¿no? No serás tan tonta de haber puesto la fecha de ahora. - Añadió su padre.

- Sí, claro. 

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