- Vas a desgastar el suelo como sigas dando tantas vueltas.
Amelia miró a la rubia con un gesto de nerviosismo.
- No sé por qué te hice caso, tenía que haber quedado en otro lugar, no en mi casa. - Resopló.
- Amelia, es tu casa, es tu terreno.
- ¿Mi terreno? Mi padre es capaz de hacerse dueño de todo esto en un segundo.
- Amor... - Se detuvo delante de ella frenando su paso. - estamos junta, pase lo que pase lo superaremos. - Le dio un beso antes de que sonaba la puerta principal.
- Ahí están. - Murmuró con la voz cargada de inseguridad.
Abrió la puerta y los vio; Devoción llevaba su abrigo de entretiempo, el pelo recogido en un moño bajo y le dedicó una sonrisa a su hija en cuanto sus ojos se encontraron, sin embargo, Tomás apenas dirigió la mirada a Amelia, la alzó por encima de su hombre y sin permiso entró en el apartamento encontrándose con una Luisita erguida y con el pecho henchido, no iba a permitir que aquel personaje destrozara, otra vez, a su novia. Se había preparado para ese momento, estaba lista para reaccionar ante cualquier ataque por parte de él, solo necesitaba la mirada de Amelia, ella le marcaría el momento.
- Pasa - Le dijo Amelia a su madre mientras.
- Gracias hija por habernos llamado.
- ¿Queréis tomar algo? - Preguntó Luisita en cuanto Devoción se adentró en la sala de estar.
Tomás observó a Luisita de arriba a abajo logrando que la rubia se incomodase por aquella mirada llena de prejuicios.
- Un café - Contestó altivo.
- Yo, otro, gracias.
- ¿Y tú, cariño? - Se dirigió a Amelia que se había quedado atrás observando la estampa "familiar", negó con la cabeza.
Luisita se marchó a la cocina, no sin antes apretar la mano de Amelia, ésta cogió aire y se sentó al lado.
Su padre se tomó la libertad de caminar a sus anchas por el apartamente evaluando cada detalle antes de sentarse al lado de su mujer.
- ¿Te lo has pensado? - Preguntó con ansías Devoción en cuanto Amelia tomó asiento y Luisita apareció con los cafés.
-Más o menos. - Contestó,
Sentía su corazón latir a mil por hora, parecía retumbar en su interior una y otra vez.
- ¿Más o menos? - Repitió Tomás con desprecio.
La morena solo se limitó a asentir, era curioso como a pesar del tiempo, y de haber trabajado su relación con su padre en terapia, seguía removiendo todas sus emociones. Tomás era capaz de de erizar su piel pero por miedo, Tenia miedo a repetir patrones, a volver a sentir la frialdad de sus palabras clavarse en su pecho, miedo a volverse diminuta y convertirse en alguien invisible para el mundo pero sobre todo para ella.
En cuanto terminó de servir los cafés, la rubia se sentó al lado de Amelia y entrelazó su mano con la de ella, gesto que no pasó inadvertido a Tomás y cuya reacción de desagrado no ocultó.
- Sí, he redactado lo que me pediste - La morena señaló una carpeta que se encontraba en la mesa, justo al lado de la cafetera.
- ¿De verdad? - Contestó Devoción incrédula.
- Pero es del 2018 ¿no? No serás tan tonta de haber puesto la fecha de ahora. - Añadió su padre.
- Sí, claro.

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Kintsugi
RomansaEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...