- Claro que no, amor, si ni siquiera vivimos juntas. - Dijo con una sonrisa intentando quitarle hierro al asunto.
Una parte de Amelia estaba deseando pedirle a Luisita ir a vivir juntas y más desde que cada una vivía en una ciudad diferente, creía que merecía la pena que el poco tiempo que estaban juntas aprovecharlo al máximo. En verdad es lo que estaban haciendo esa semana, Luisita dejó claro en su casa que se quedaría con Amelia. No obstante, la morena quería más, quería tener el pijama de Luisita en su cajón, su ropa interior mezclada con la suya, sus cremas desperdigadas en el baño, quería que su casa estuviera llena de la esencia de la rubia, sin embargo, quizá Luisita tenía razón y era demasiado pronto.
- Lo siento, Luisita, sé que habías organizado más planes. -Se disculpó.
- No te preocupes, amor, la que lo siente soy yo. - Dijo apenada.
Se había pasado toda la tarde de ayer preparando ese día, después del patinaje iban a ir a cenar a un japonés y luego a una sala con música en directo, conocía la afición de Amelia por los locales con grupos en directo pero todo pareció salir mal.
- ¿Luisita? - La llamó por tercera vez.
La rubia estaba ensimismada en sus propios pensamientos mientras Amelia intentaba llamar su atención para animarla, era consciente de la decepción que se había llevado al ver el fracaso de su cita, aún así, para la morena poder pasar el día con ella aunque fuese en su casa, tumbadas en el sofá sin hacer nada, le parecía perfecto, pero era perfecto si Luisita la estrechaba entre sus brazo, cosa que no estaba sucediendo.
- Amelia ¿Puedes irte a la habitación hasta que yo te avise? - Soltó de pronto ignorando la llamada de su novia.
- ¿Cómo? - Preguntó extrañada.
- Eso, que te vayas al cuarto - Se levantó, agarró a Amelia y la sacó del sofá. - Y no salgas hasta que yo te avise. - La llevó hasta el cuarto y cerró la puerta ante una desconcertada Amelia.
- ¡Por lo menos dame el móvil! - Gritó tras las puerta.
A los pocos segundos, ésta se abrió y le entregó el teléfono sin decir nada.
- No me lo puedo creer - Murmuró para ella misma. - ¿Y ahora qué hago?
Miró el móvil y recordó que tenía varias llamadas de Natalia.
- Natalia
- Amelia, ¿cómo estás? ¿todo bien?
- Sí, es que Luisita me ha encerrado en la habitación y no me deja salir.
- ¿Cómo? pero ¿por qué? - Contestó intentando ocultar una ligera risa.
- Yo que sé, se la ha cruzado el cable... el caso ¿Alguna novedad de Marta? ¿Carmen?
- No mucho, hablé con Carmen, fue a ver a Marta.
- ¿Y?
- No la dejaron estar mucho tiempo con ella pero parece que está bien, triste pero bien.
- Espero estar haciendo bien.
- Tenías que hacerlo ¿Tú cómo te encuentras?
- ¿Yo? Bien
- Pero para volver a trabajar... - Preguntó con la boca chica.
- ¿A trabajar? No lo sé, creí que sí, que ya estaba preparada, sin embargo, con todo lo de Marta, siento que el caso me ha venido muy grande.
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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...