Lola seguía en la sala de espera inquieta, mirando el reloj cada dos por tres y caminando alrededor de las sillas. Nico llevaba más de tres horas en quirófano y nadie aparecía para darle información.
- ¿Lola? - Miró en cuanto escuchó su voz, Luisita fue directa a sus brazos. - ¿Cómo estás? ¿Se sabe algo?
- Nada de nada, Luisita... - Se abrazó de nuevo a ella.
Amelia, mientras tanto, se mantuvo en segundo plano, cerca de la puerta dándoles a las dos la intimidad que creía necesaria.
- Amelia - Saludó con un gesto frío.
A pesar de que en su último reencuentro habían limado asperezas, Lola seguía con la mosca detrás de la oreja, aquel amor intenso y profundo que profesaba la morena por su hermana no le resultaba creíble.
- Lola ¿Cómo estás? - Se acercó a ella y se mostró lo más cordial que pudo.
- No sabía que venías. - Miró a Luisita. - Pensé que vendrías sola.
- Hemos venido en coche y tenía que conducir ella.
El silencio incómodo volvió a invadir al ambiente, la tensión entre ambas era más que notable.
- Será mejor que me vaya. - Dijo, de pronto, Amelia para sorpresa de todas.
- ¿Irte? ¿A dónde?
- A buscar un hotel.
- ¡Estás boba!
Lola tomó distancia al notar el enfado en la voz de su hermana.
- Te quedas en casa de mi hermana.
- Tu hermana que me odia.
- No te odia.
- Lo que tú digas.
- Ella apenas va a estar en casa.
- ¿Y María?
- No está
- ¿Dónde está?
Esperó varios segundos antes de responder. Temía la reacción de Amelia.
- En León, en una feria artesanal.
Amelia asintió con la cabeza. No podía culpar a María por priorizar su vida antes que la de su hermana.
- Amelia...
- ¿Qué?
- Sé lo que estás pensando, pero María siempre ha sido la menos apegada de todas nosotras, no me puedes comparar con ella, ella vive de eso, no es lo mismo. - Intentó justificarse.
- Luisita, yo no estoy pensando nada, no me tienes que dar explicaciones
- Entonces ¿por qué me miras así?
- ¿Así, cómo?
- Juzgandome.
- Creo que la que se está juzgando eres tú, no yo,
- Vale, lo que tu digas... - Bufó.
Apartaron las miradas y dieron un paso atrás, la distancia entre ellas crecía por momentos.
- Me voy.
- Vale . - Respondió Luisita con la boca pequeña.
- Hablamos.

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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...