Capítulo 135

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Lola seguía en la sala de espera inquieta, mirando el reloj cada dos por tres y caminando alrededor de las sillas. Nico llevaba más de tres horas en quirófano y nadie aparecía para darle información.

- ¿Lola? - Miró en cuanto escuchó su voz, Luisita fue directa a sus brazos. - ¿Cómo estás? ¿Se sabe algo? 

- Nada de nada, Luisita... - Se abrazó de nuevo a ella. 

Amelia, mientras tanto, se mantuvo en segundo plano, cerca de la puerta dándoles a las dos la intimidad que creía necesaria.

- Amelia  - Saludó con un gesto frío. 

A pesar de que en su último reencuentro habían limado asperezas, Lola seguía con la mosca detrás de la oreja, aquel amor intenso y profundo que profesaba la morena por su hermana no le resultaba creíble.

- Lola ¿Cómo estás? - Se acercó a ella y se mostró lo más cordial que pudo.

- No sabía que venías. - Miró a Luisita. - Pensé que vendrías sola.

- Hemos venido en coche y tenía que conducir ella. 

El silencio incómodo volvió a invadir al ambiente, la tensión entre ambas era más que notable.

- Será mejor que me vaya. - Dijo, de pronto, Amelia para sorpresa de todas.

- ¿Irte? ¿A dónde?

- A buscar un hotel.

- ¡Estás boba!

Lola tomó distancia al notar el enfado en la voz de su hermana.

- Te quedas en casa de mi hermana.

- Tu hermana que me odia.

- No te odia. 

- Lo que tú digas.

- Ella apenas va a estar en casa.

- ¿Y María?

- No está

- ¿Dónde está?

Esperó varios segundos antes de responder. Temía la reacción de Amelia.

- En León, en una feria artesanal.

Amelia asintió con la cabeza. No podía culpar a María por priorizar su vida antes que la de su hermana.

- Amelia...

- ¿Qué?

- Sé lo que estás pensando, pero María siempre ha sido la menos apegada de todas nosotras, no me puedes comparar con ella, ella vive de eso, no es lo mismo. - Intentó justificarse.

- Luisita, yo no estoy pensando nada, no me tienes que dar explicaciones

- Entonces ¿por qué me miras así?

- ¿Así, cómo?

- Juzgandome. 

- Creo que la que se está juzgando eres tú, no yo,

- Vale, lo que tu digas... - Bufó. 

Apartaron las miradas y dieron un paso atrás, la distancia entre ellas crecía por momentos.

- Me voy.

- Vale . - Respondió Luisita con la boca pequeña.

- Hablamos.

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