Lola caminaba deprisa por el pasillo de traumatología, hablaba por teléfono acalorada mientras miraba la habitación de su hijo quien dormía tranquilo en la cama.
- Luego te llamo ¿vale? No es el momento, ahora no, por favor. - Imploró.
Nada más colgar, se dejó caer en una de las sillas del pasillo, a los pocos segundos, María apareció con una sonrisa y dos vasos de café.
- Hermana, toma, que he pasado antes y te he visto con una carita.
Lola alzó la miró y le dedicó una ligera sonrisa.
- Por fin sonríes, Lola, ya era hora.
- Yo siempre sonrío.
- Antes sí, ahora parece que ya no tanto. - Respondió con cautela.
María había estado observando a Lola durantes esos días y había visto que algo pasaba, sabía que a veces podía ser bastante desagradable, pero la forma que tenía de tratar a Amelia o como había presionado a Luisita para regresar a Barcelona era extraño viniendo de ella.
- ¿Estás bien?
- Perfectamente. - Contestó escueta.
- Lola, que nos conocemos.
- No creo que sea el momento.
- ¿Y cuándo lo va a ser?
- No lo sé pero ahora no.
Se incorporó y regresó con su hijo.
María fijó su atención en ella, las únicas veces que había visto sonreír a su hermana esos días era cuando estaba con Nico.
- ¿María?
Amelia se acercó a ella y con un gesto de cabeza pidió permiso para sentarse a su lado.
- ¿Estás bien?
- Sí. - Contestó sin apartar la mirada de Lola. Amelia siguió su mirada hasta su hermana y su sobrino.
- ¿Estás preocupada por Nico?
- Más que por Nico por Lola. Algo le pasa, no está siendo ella.
- Es normal, está pasando por muchas cosas, el ingreso de su hijo, Luisita, su marido fuera...
- Hay algo más, Amelia, conozco a mi hermana, esa actitud que tiene de todo me da igual y soy una borde de mierda... no es ella.
Amelia se encogió de hombros, desde que la conoció Lola siempre había mostrado esa cara.
- No es lógico cómo te trata.
- Bueno, me echa la culpa por lo de Luisita, tiene sus motivos.
María giró la mirada hacia la morena y la observó con una sonrisa.
- ¡Eres increíble! A pesar de todo defiendes a Lola y la intentas entender.
- Cada uno libramos nuestras propias batallas, tu hermana tiene varios frentes abiertos, hay que entenderla.
- No me extraña que Luisita esté enamorada de tí y que tenga miedo de perderte. No te miento si te digo que eres de las cosas más bonitas que le han pasado a Luisita.
- María, que más a vas a sacar los colores. - Respondió divertida aunque muerta de vergüenza, aquellas palabras reconfortaban casi tanto como los abrazos de Luisita.
- ¡María! ¿Puedes venir? - Lola llamó a su hermana rompiendo aquel momento de sinceridad.
- Voy ¿Y mis padres? - Preguntó María a la morena.

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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...