Acababa de llegar el pedido y entre Amelia y Luisita dispusieron todo para poder cenar en el sofá mientras tenían la televisión de fondo.
- No me lo puedo creer. - Comentó Amelia mientras sacaba las cajitas de sushi.
- ¿Qué pasa? - Preguntó extrañada Luisita.
- Pues que has pedido todos los sushis que me encantan.
- ¿Ah? Sí...- Respondió divertida.
- Estamos muy conectadas. - Ambas rieron.
Amelia estaba mucho más relajada, sonreía más y su voz había recuperado su entonación habitual.
- ¿Vas a querer un tenedor? - Preguntó Amelia.
- ¿Me lo dices en serio?
- Claro.
- Se come con palillos de toda la vida, Amelia. - Contestó con obviedad.
- Ya, bueno, pero es que yo no sé.
- No me lo puedo creer.
- Pues créetelo. - Respondió divertida.
- Amelia... - se quedó en silencio. - ¿Cuál es tu apellido?
Amelia no pudo evitar reír.
- No te rías, es que no sé cómo te apellidas de verdad. Nunca me lo has dicho.
- Bueno, es que nunca ha surgido, Ledesma. Amelia Ledesma.
- Ledesma... es bonito y queda bien " Amelia Ledesma" - Dijo con grandilocuencia a lo que la morena respondió con una carcajada.
- Así que Amelia Ledesma no sabe comer con palillos. - Concluyó.
- Efectivamente , soy de ésas.
- Pero es muy fácil, mira...
Luisita comenzó a indicarle, paso por paso, cómo tenía que agarras los palillos, dónde colocar los dedos y el movimiento que debía hacer para convertir los dos palillos en una especie de pinza. La morena lo intentó varias veces, pero lo único que consiguió fue que se le cayera más de un maki en el bol de soja y hacer reír a Luisita.
- Sí, será mejor que comas con el tenedor o con las manos. - Concluyó la rubia.
- Te avisé .
- No podías ser tan perfecta. - Sonrió coqueta.
- Soy de todos menos perfecta. - En su voz se percibió un poquito de tristeza de aquel día.
- Eres maravillosa, Amelia.
- Tú también lo eres.
Se miraron durante varios segundos con una sonrisa en los labios y con el pulso acelerado.
- ¡Mierda! - A Luisita se le acababa de caer un maki en su bol de soja manchando el mantel y su ropa.
- Al final vas a necesitar tú también un tenedor - Se burló Amelia.
- Me ha fallado la mano. - Se justificó.
- Eso te pasa por no prestar atención.
- Ya, es que estaba concentrada en otra cosa - Le dedicó una sonrisa tímida a Amelia.
- ¿Te puedo besar? - Soltó la morena.
- ¿Me vas a preguntar siempre?
- De momento sí.

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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...