Capítulo 122

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- Un placer Luisa - Le dedicó una escueta mirada y una sonrisa forzada. Sin esperar la reacción de Luisita, se marchó dejando a la morena con la palabra en la boca y con la esperanza en el suelo.

- ¡Será zorra! - Musitó Luisita.

Amelia, tardó varios segundos en reaccionar, pero en cuanto sus piernas se activaron, fue detrás de Sara.

- ¡Sara! - La llamó varias veces hasta lograr que se parase. - Por favor te lo pido, está en una situación muy delicada, no confía en nadie, solo en su abuela, necesita verla.

- Amelia, no puedo prometerte nada.

- No hace falta que lo jures - Soltó casi de forma inconsciente.

- ¿A qué ha venido eso?

- Nunca has sabido comprometerte.

- Te recuerdo que fuiste tú quien terminó.

- Y se te ha olvidado el porqué.

- ¿A qué has venido? - Quiso saber dudando de las verdaderas intenciones de la morena.

- Ya te lo he dicho, quiero que Marta vea a su abuela todos los días. 

- Ya sabes mi respuesta.

- Sara, hace días que tenía que estar ingresada aquí y no está, creo que eso es bastante negligente.

- ¿Me estás amenazando?

- No, solo te estoy advirtiendo. Marta no va a venir a no ser que le garantice que verá su abuela.

- Podemos ir a por el ella.

- No, no sabéis dónde está.

- Sabes que si no cooperas con el Sistema puedes tener problemas con el trabajo.

- ¿Qué trabajo? Tú misma lo has dicho, no puedo atender a nadie.

-¿Por qué te importa tanto esa niña?

- ¡Joder! Sara porque puede ser una Álex más, porque su vida ha sido una mierda con tan solo diez años, porque ha visto como su padre mataba a su madre, porque una niña no debería vivir rodeada de violencia ni mancharse de sangre. 

- Entonces lo haces por ti no por ella.

- ¿Cómo?

- Lo haces para redimirte, sigues luchando contra tu culpa.

- Lo hago por Marta.

- No te engañes, Amelia, sigues sin poder dormir por las noches ¿verdad? Sigues viendo a tu hermana en casa rostro, en cada esquina, te persigue como un fantasma.

Amelia dudó, hacía cuestión de meses todo lo que acababa de decir la pelirroja era verdad, sin embargo, desde que cierta rubia apareció en su vida ese fantasma se había desvanecido o al menos ya no aparecía para recordarle que había sido una hermana pésima. 

- Las cosas han cambiado.

- Tú no.

- Eso no lo sabes.

- No hace falta ser muy lista para velo.

- No estamos hablando de mí, te estoy pidiendo ayuda pero ya veo que sigues igual de terca que siempre.

Se giró sin esperar la réplica de su ex y se dirigió hacia Luisita que se mantuvo a varios metros de distancia respetando la privacidad de su novia. 

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