Capítulo 89

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Amelia divisó a Natalia en una de las mesas del fondo de la cafetería, hablaba por teléfono acalorada, a su lado estaba Carlos tomando un café y escribiendo en un cuaderno.

- Hola - Saludó la morena en un tono más bajo de la habitual para no molestar a Natalia.

Carlos alzó la mirada en cuanto escuchó su voz.

- Amelia ¿Qué tal? - Se levantó y le dio dos besos.

- Bien ¿Qué pasa? - Señaló a Natalia.

- Ahora te cuenta pero nada bueno

A los pocos segundos, Natalia dejó el teléfono en la mesa tras un resoplido.

- ¿Qué  está pasando, Natalia? - Preguntó  ansiosa, aquella incertidumbre la estaba matando.

- Marta, eso pasa. - Contestó tajante la pelirroja.

- ¿Marta? ¿Qué pasa con ella?

- Quieren quitarle la custodia a su abuela.

- ¿Qué? Pero  eso no puede ser, Natalia.

- El Defensor del pueblo cree que su abuela no es apta para cuidarla.

- ¿Y con quién se va a ir?

- ¿Tú que crees?

- ¿A una casa de acogida?

Natalia asintió.

- ¡Joder! Natalia eso es lo peor que le puede pasar a Marta.

- Lo sé, lo sé, he intentado hablar con varias ONG pero nada.

- ¿Y Cristina? ¿Has hablado con ella?

- ¿La abogada?

- Sí, ella está especializada en temas civiles y penales ¿no?

- Podría llamarla sí.

Carlos interrumpió. 

- Si el juez cree que la abuela no está capacitada va a dar igual cualquier ONG, abogados o lo que sea, Marta entra en el sistema.

- Si Marta entra en el sistema va a volver a suicidarse y creeme que esta vez no fallará. - Afirmó Amelia.

- ¿Podrías hacer un informe o algo?

- No, apenas la he tratado, no tendría validez, y de todos modos, si es para el juzgado lo debe hacer un perito.

- ¡Joder! Amelia ¿Qué hacemos?

- No lo sé, pero tenemos que hacer algo, lo que sea. - Dijo desesperada. - Marta no puede ir a una casa de acogida. ¿Su abuela lo sabe?

- No, aún no.

- Se va a llevar un disgusto, la adora. ¡Joder! Natalia. - La impotencia podía con ella.

- Lo sé, no es justo.

- Nunca nada es justo. - Sentenció. 

Amelia se levantó ofuscada y se fue de la cafetería. Necesitaba respirar, que le diera un poco el aire y calmar toda la ira que burbujeaba en su interior. La impotencia crecía a cada instante, sabía que los protocolos eran así; generales, que muchas veces no se  tenían en cuenta las especificidades de cada caso,  y eso le generaba una gran frustración porque se sentía inútil. El sistema siempre era más fuerte que ella por eso debía demostrar que Marta estaba segura con su abuela pero ¿cómo? 

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