Capítulo 114

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- ¿Y tú qué tal estás con Elisa? - Preguntó la morena tras lanzarle desde la distancia un pequeño beso a la rubia.

- No lo sé. Es raro no verla todos los días.

-  Seguro que dentro de poco os veis. - Le animó Luisita.

-  ¿Y el tema de los besos? - Dijo Amelia traviesa dándole un ligero codazo a Ciriaco.

- ¡Amelia! - Le llamó la atención su novia.

- ¿Qué  pasa? - Dijo extrañada.

- Pues que esas cosas no se preguntan.

- ¡Venga ya! Luisita, no me seas, que hay normalizar el amor y las primeras experiencias.

- ¡Amelia! - Dijo escandalizada - ¡Qué es muy pequeño para... ! - Hizo un gesto un poco obsceno con las manos.

- Pero no lo es para el primer beso.

- No te preocupes, Luisita - Irrumpió Ciriaco. - Elisa y yo no hemos tenido relaciones sexuales, hemos dicho que cuando tengamos dieciséis años.

La rubia se quedó anonada ante el comentario de su hermana, un comentarios totalmente inesperado.

- Eso quiere decir que ya os habéis besado - Insistió la morena. 

- No, todavía no pero Elisa quiere. 

- ¿Y tú? ¿Quieres?

El pequeño se encogió de hombros.

- ¿No quieres? - Preguntó esta vez Luisita al ver las dudas en su hermano.

- No lo sé, se supone que nos tenemos que besar ¿no? la gente que se quieren lo hacen,  vosotras os queréis y os besáis.

- Bueno, sí pero porque las dos queremos. Si una no quiere entonces no lo hacemos, hay que respetar siempre al otro. - Comentó la morena.

- ¡Claro! Y seguro que a Elisa no le va a importar esperar.

- Es que no sé si quiero esperar.

- Entonces ¿qué es lo que quieres?

Volvió a encogerse de hombros. 

- ¿Te da miedo? - Preguntó la morena. 

- No sé lo que se siente y eso me pone nervioso. - Confesó. - No me gusta probar cosas nuevas.

- Piensa que cuando conociste a Elisa todo era nuevo y te gustó. - Le dijo Luisita con una tierna sonrisa, ver a su hermano en esa situación con miedo por sentir cosas nuevas le recordaba a ella antes de conocer a Amelia.

- ¿Qué se siente? - Preguntó el pequeño a la pareja.

- ¿Cuándo nos besamos? - Dijo su hermana, el pequeño asintió con un leve gesto de cabeza.

- No todos los besos son iguales y no todos se sienten igual. - Le explicó la morena. 

- ¿Puede que no me guste? - Preguntó un poco preocupado.

- Puede pasar y si fuera así, no sucedería nada, ni Elisa ni tú tendrías la culpa. 

- Pero seguro que te va a gustar, los besos de la persona que quieres son bonitos. - Añadió Luisita.

Ciriaco seguía dudando, aquellas palabra no le estaban ayudando demasiado, seguía sin saber qué esperar de aquel momento.

- Mira, - comenzó Amelia. - cuando beso a Luisita siento un montón de cosquillas aquí dentro - señaló el estómago de Ciriaco. - y se me encoge... - pensó durante unos segundos.- ... es como cuando montas en la montaña rusa, cuando comienzas a subir y a subir y a subir y te sudan las manos y el corazón te va a mil porque estás nervioso, muy nervioso, pero son de esos nervios bonitos de los que te hacen sonreír y querer más y entonces llegas a la cima y ahí es cuando sabes que es el  momento, ese momento en el que nada importa... y comienzas a descender a gran velocidad, sintiendo como tu interior se contrae y gritas hasta quedarte sin aliento porque necesitas soltar toda esa euforia y cuando bajas de la atracción, tus piernas se tambalean, bueno, todo tu cuerpo, y tardas en recuperar la respiración  y cuando parece que todo ha acabado entonces quieres volver a subir una y otro vez porque no quieres que esa sensación se vaya nunc ¿has montado alguna vez?

KintsugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora