Capítulo 119

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- Déjame a mí hablar primero - Dijo Amelia saliendo de la entrada de metro.

- A ver, cariño, yo te dejo hablar pero si quieres que entremos a su casa hay que ser más directas, es que tú... - Se calló arrepentida.

- Yo ¿qué?

Tardó varias segundos antes de continuar para seleccionar bien sus palabras.

- Pues que a veces eres demasiado blanda, vas siempre con la empatía por delante creyendo que todo el mundo es una buena persona y  no es así, en la vida muchas veces hay que echarle cara.

- Y tú de eso sabes mucho ¿no?  - Dijo  la morena en tono burlón.

- Ríete pero sabes que tengo razón. 

- Tengas o no razón, hablo yo. - Sonó tajante.

- ¡Qué mandona!

- Para que luego digas que soy una blanda. - Le sacó la lengua para después dejarle un beso en los labios.

Cruzaron varias calles hasta llegar finalmente a la casa de Carmen. Seguía manteniendo el mismo aspecto descuidado y abandonado. Llamaron al timbre y como las últimas veces nadie contestó.

- ¿Hará lo mismo con todo el mundo? - Preguntó Luisita curiosa.

- Imagino -  Respondió sacando el móvil para llamarla al teléfono, al segundo tono, Carmen con un aspecto desaliñado les abrió la puerta.

- Hola Carmen... - Intentó sonar lo más encantadora posible. 

La mujer no respondió, las observó con indiferencia, como si en su jardín no hubiese nadie.

- ¿Se acuerda de mí?  Soy Amelia.

- ¿Perdón?  -

- Soy Amelia ¿se acuerda? Estuvimos hace unos días - Procuró hacerse oír mejor.

- Me temo que se han equivocado - Soltó la mujer tras mirar a la pareja.

- No me lo puedo creer - Farfulló Luisita incrédula ante la reacción de Carmen. 

 Amelia le echó una mirada reprobatoria, estaban en una situación delicada y cualquier gesto podría hacer temblar el plan que Amelia tenía en su cabeza.

- Soy la psicóloga de su nieta. - La morena continuó en su misma línea de comprensión y amabilidad.

- ¿Qué nieta?

Luisita bufó, estaba perdiendo la paciencia. Tras el sonido, Amelia agarró la mano de Luisita a modo de control, conocía la impulsividad de la rubia.

- De Marta.

- ¿Marta? No sé quién es. - Admitió con una falsa indiferencia.

- ¡Mire, señora, - Se adelantó a Amelias soltándose la mano y colocándose entre Carmen y ella. - Soy Luisa Gómez, asistente social, estuvimos aquí hace unos días, no hace falta que se haga la tonta, sabemos lo que está pasando. - Se abrió paso a la casa.

- ¡Luisita! - Le reprendió pero la rubia no hizo caso, entró decidida hasta el salón.

- Perdone, señorita, pero no puede entrar así en mi casa. - Se quejó Carmen mientras seguía a Luisita intentando obstaculizar su paso pero la rubia era mucho más rápida.

- Carmen, solo queremos ver que está bien y que no necesita ningún tipo de asistencia. - Se excusó Luisita y le dedicó una de sus mejores sonrisas rozando la hipocresía

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