Capítulo 41

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La ciudad maña despertó con el cielo encapotado y con una ligera lluvia. Hoy era el día de la declaración y parecía que el tiempo no estaba a su favor, Amelia tenía que, una vez más, relatar el peor momento de su vida. Sus padres estaban con ella pero en lugar de sentirse apoyada, se sentía vigilada, como si fuese a escapar de aquel lugar o como si fuese a contar unos hechos que nunca existieron.

- Todo va a ir bien - Le dijo su madre en un susurro. Amelia se limitó a asentir.

Llegaron los tres al Juzgado de Instrucción, solo estaba el juez, los abogados, un guardia jurado y ellos. Le dieron la bienvenida y le animaron a tomar asiento de la forma más amable que aquellos funcionarios supieron. Le sudaban las manos y el corazón le temblaba. Se sentía juzgada cuando era una simple testigo pero el juicio no venía de los profesionales, venía de sus padres.

El juez de instrucción tomó la palabra.

- Señorita Ledesma, cuando quiera. - Le dio paso.

Amelia respiró profundo.

- ¿Desde el principio?

- Cuéntenos qué pasó el 4 de mayo del 2020. Después le haremos una serie de preguntas sobre el estado psicológico de su hermana y su relación con ella. - Amelia asintió.

Tragó saliva con dificultad, eso iba a ser más duro de lo que se había imaginado.

La declaración duró más de tres horas, en un primer momento, Amelia contó con detalle aquel día, contó que solo coincidió con Alex durante la comida, que la vio pensativa pero no más que otros días, conversaron sobre el colegio y sobre su serie favorita. Sonrío. Amelia tenía el recuerdo de su sonrisa, pero ella mejor que nadie sabía que detrás de una sonrisa se puede esconder la inmensidad de la soledad. Y llegó el turno de las preguntas. El abogado que representaba al colegio insistió en su relación con Alex.

- ¿Cómo definirías su relación con su hermana Alex?

- Buena.

- Buena ¿Cómo? ¿Te contaba las cosas?

- Siempre creí que sí pero a la vista esta que no. - Contestó seca.

-Tengo entendido que es psicóloga ¿no?

- Así es.

- Está especializada en infanto-juvenil.

- Sí. - Volvió a afirmar. Sabía por donde iba a ir y no iba a poder rebatirle.

- ¿Cuántos casos de acoso escolar ha tratado?

- No lo sé.

- No lo sabes porque son muchos ¿no?

- Depende de lo que considere mucho. - Se defendió.

- ¿Más de cinco?

- Sí, más de cinco. - Se le empezó a acelerar el pulso.

- ¿Cómo es posible que habiendo trabajado en numerosos casos no viera ninguna señal en su hermana?

Tardó en contestar. Sabía que la harían esa pregunta.

- El contexto es diferente, las señales no siempre son tan evidentes.

Defenderse cuando ella misma se culpabilizada era una tarea que no iba a ser capaz de realizar.

- Dices que tu hermana tenía un diario.

- Así es.

- ¿Nunca lo leyó?

KintsugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora