Capítulo 80

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- ¿Y? ¿Qué te parece? - Preguntó Luisita a Lola en cuanto se sentó en la silla.

- Será mejor que descanses que seguro que no habrás dormido nada.

- He dormido y mejor que bien. - Respondió con una sonrisa.

Amelia seguía en sus pensamientos, su olor se había enredado en sus sábanas y la rubia se sentía tranquila.

- Ahora vendrán papá y mamá, están preocupados por ti... bastante. 

- ¿No me vas a decir nada?

- ¿Nada de qué? 

- Pues de Amelia.

- Apenas he hablado con ella.

- Pero no me digas que no es guapa, es preciosa. - Añadió Luisita emocionada.

- Sí, sí que lo es.

- Y ya está...

- A ver que no he hablado con ella, que no te puedo decir nada.

- Joder, Lola, que ha venido desde Madrid para estar conmigo.

- Tu ibas hacer lo mismo.

- ¿Y?

- Pues eso, que tú también estabas dispuesto a dejarlo todo por ella. - Aquella última frase denotaba cierto rencor.

- ¿Sigues molesta? Te dije que volvería, que solo sería un par de días, quería asegurarme que ella estaba bien.

- Y mira lo que ha pasado...

- Fue un accidente, Lola, ni se te ocurra insinuar que es culpa de Amelia. - Sentenció.

- No creo que sea el momento de hablar.

Tras las últimas palabras, María abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Sister! Menuda siesta te has echado ¿no? - Soltó nada más entrar a la habitación.

- María... -  Alargó las manos e hizo un gesto para que se acercara.

- Bueno, será mejor que me vaya con Nico así podrán subir papá y mamá. María te veo luego.

Se marchó dejando una conversación a medias y con una Luisita inquieta.

- ¿Cómo estás Luisita? - Preguntó María.

- Estoy que ya es mucho ¿no?

- Eso parece... ¡menudo susto que nos has dado!

- Ya.. Lo siento. - Contestó apenada.

María percibió aquella tristeza, quiso quitarle importancia.

- No tienes nada que sentir, era una forma de hablar.

- Lo sé, pero lo siento...  - Retuvo sus pensamientos antes de que se convirtieran en palabras. 

- ¿Qué sucede? ¿Qué ibas a decir?

María la conocía demasiado bien, a través de su mirada sabía que aquella cabeza pensante estaba en pleno funcionamiento.

- Venga, sis, que hay confianza. 

Tardó unos segundos en lanzarse, aún le costaba abrirse con las personas aunque éstas fueran su hermana María.

- Es que... - Titubeó. - Siento que últimamente no acierto con nada.

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