Luisita acababa de llegar a casa de Marina que la esperaba con una copa de vino.
- Me vas a volver alcohólica. - Dijo nada más entrar y cogiendo la copa de la mano de Marina.
- Hola Marina, ¿qué tal? Hola Luisita - Contestó su amiga a modo de burla, a lo que Luisita respondió bebiéndose la copa de un trago.
- ¡Madre mía! Sí que venimos fuerte ¿no? - Le rellenó la copa.
- No entiendo a Amelia.- Soltó nada más sentarse en el chaise longue.
- ¿No entiendes a Amelia o no te entiendes a ti?
- A ninguna de las dos. - Dio un trago a la copa. - Me besa con una dulzura y con una pasión que te juro que siento que me va a estallar el pecho, pero luego no me cuenta nada de su vida y pretende darme lecciones. Lecciones ¿de qué? Que aprenda a gestionar su vida y ya luego si quiere que me dé consejitos.
- ¿Pero qué ha pasado? No te había visto así en años.
- Lógico, hace años que no nos vemos. - Contestó de forma sarcástica.
- Relaja la raja, Luisita, que estás en mi casa.
- Perdóname, Marina, tienes razón. - Le hizo un puchero y le pidió más vino.
- Y baja el ritmo que al final me veo sujetándote el pelo para que vomites.
- ¡Uy! No, eso no.
- Entonces ¿qué ha pasado? - Volvió a preguntar Marina.
- Pues yo que sé... los días que hemos estado juntas han estado muy bien, parecía que la cosa fluía, estuvimos hablando del trabajo, de la vocación y no sé... Me molestó su actitud, como si ella pudiera decidir por mí u opinar de mi vida. No sabe nada de mí, no sabe por qué tomé las decisiones que tomé, no puedes juzgar esas decisiones si no me conoces. - Concluyó molesta.
- No sé, Luisita, no creo que te juzgara, te estaría diciendo lo que ella cree que es lo mejor para ti.
- Pero y qué va a saber si no me conoce ¿qué sabe de mí? que me desvivo por mi familia. No hay que ser muy lista para saber eso.
- A ver, ¿qué te dijo?
- Me dijo que me estaba protegiendo en mi familia y que no estaba haciendo lo que realmente quería.
- ¿Y tiene razón?
Luisita se terminó su segunda copa de vino, se la rellenó y se quedó unos segundos pensando en la pregunta de Marina.
- Pues no lo sé. - Respondió indignada. - Si es que no sé ni lo que quiero. Y eso es lo que me jode... empezó a preguntarme cosas sobre lo que hacía en el instituto, sobre mis gustos. Tía, que no soy su paciente, que a mí no me tiene que tratar.
-Igual, llámame loca, le estás dando más importancia de la que tiene. No me parece que sea para tanto, o lo que te jode es que tiene razón o peor aún que te trate como una de sus pacientes.
Dudó - Ambas cosas. - Admitió la rubia.
- Luisita, llevas tiempo pensando en qué hacer con tu vida, lo que te ha dicho Amelia no es nada que tú no sepas. Adoras a tu familia pero sabes que no puedes dedicarte toda la vida a ella. Amelia solo está tratando de ayudarte, de que intentes averiguar que es lo que te apasiona.
- Lo sé .- Contuvo las lágrimas - Lo sé pero... no sé... tengo miedo como siempre. - Respondió derrotada dejándose caer en el sofá de su amiga.

ESTÁS LEYENDO
Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...