Luisita seguía abrazada a Amelia, con su oído a la altura de su pecho y con sus manos acariciando cualquier zona donde su piel estuviera descubierta.
- ¿Qué te pasó con tu ex? - Preguntó de pronto Amelia.
- ¿Cómo? - Se incorporó un poco para mirarla. - ¿A qué viene eso? - Contestó extrañada.
- Estaba pensando en tu hermana, en Lola.
- ¿En mi hermana y saltas con mi ex?
No entendía aquella asociación y no estaba segura si quería entrar en aquel lugar, hablar de su ex era despertar viejos fantasmas.
- María me dijo que Lola te estaba protegiendo de mí.
- ¿De tí? En tal cosa tendrías que protegerte tú de mí. - Respondió fijando sus pupilas en las de ella.
- Sí, Lola no es que sea muy agradable conmigo, vamos que no me soporta, y María me dijo que es porque te protege.
La rubia se incorporó saliendo de los brazos de la morena y acomodándose a su lado para estar a su altura.
- No pasé por una buena época cuando lo dejé con mi ex. - Comentó.
- Ya, imagino, pero... - Dudó, notó que Luisita no estaba muy receptiva al tema de su ex y tampoco quería presionarla.
- Pero ¿qué?
- ¿Tanto como para que tu hermana me odie?
- Lo primero, Lola no te odia y segundo, tiene motivos para protegerme.
- No me lo vas a contar ¿verdad?
Luisita siempre había sido una persona muy verborreica, sin embargo, estaba más cerrada de lo normal, Amelia estaba tocando una herida que no había llegado a cicatrizar.
- ¿Qué quieres que te cuente?
Desistió. Sabía leer a las personas y más a Luisita.
- Nada... - Contestó derrotada. - Me tengo que ir. - Intentó levantarse pero Luisita la retuvo.
- No te enfades.
- No me enfado, pero es tarde y tus padres estarán a punto de llegar - Se soltó del agarre de la rubia, percibió su cara de preocupación.
- Que no me enfado, de verdad. - Intentó sonar convincente pero sin mucho éxito.
- Amelia, es que no me apetece hablar del tema.
- Lo entiendo, no pasa nada. - Sonrió.
- Pues no te vayas así. - Estiró la mano para intentar acercar a la morena.
Sonó la puerta y antes de que ésta se abriera Amelia le dio un pequeño beso y le volvió a susurrar que todo estaba bien.
- Luisita, hija mía - Marcelino entró como un torbellino.
- ¿Os interrumpimos? - Preguntó Manolita que se encontraba detrás de su marido.
- Para nada, Manolita, al contrario, justo me iba ahora que tengo cosas que hacer. - Se excusó la morena.
- ¿Qué cosas? - Preguntó Luisita sabiendo que lo que acaba de decir Amelia era una excusa para salir de ahí.
- Cosas, Luisi, cosas... - Intentó no sonar desagradable.
- Lleva días aquí metida, tendrá que salir a tomar el aire aunque sea ¿no? - Comentó Marcelino intentando calmar los ánimos que parecían empezar a agitarse.

ESTÁS LEYENDO
Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...