Capítulo 82

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Luisita seguía abrazada a Amelia, con su oído a la altura de su pecho y con sus manos acariciando cualquier zona donde su piel estuviera descubierta.

- ¿Qué te pasó con tu ex? - Preguntó de pronto Amelia.

- ¿Cómo? - Se incorporó un poco para mirarla. - ¿A qué viene eso? - Contestó extrañada.

- Estaba pensando en tu hermana, en Lola.

- ¿En mi hermana y saltas con mi ex?

No entendía aquella asociación y no estaba segura si quería entrar en aquel lugar, hablar de su ex era despertar viejos fantasmas.

- María me dijo que Lola te estaba protegiendo de mí.

- ¿De tí? En tal cosa tendrías que protegerte tú de mí. - Respondió fijando sus pupilas en las de ella.

- Sí, Lola no es que sea muy agradable conmigo, vamos que no me soporta, y María me dijo que es porque te protege.

La rubia se incorporó saliendo de los brazos de la morena y acomodándose a su lado para estar a su altura.

- No pasé por una buena época cuando lo dejé con mi ex. - Comentó.

- Ya, imagino, pero... - Dudó, notó que Luisita no estaba muy receptiva al tema de su ex y tampoco quería presionarla.

- Pero ¿qué?

- ¿Tanto como para que tu hermana me odie?

- Lo primero, Lola no te odia y segundo, tiene motivos para protegerme.

- No me lo vas a contar ¿verdad?

Luisita siempre había sido una persona muy verborreica, sin embargo, estaba más cerrada de lo normal, Amelia estaba  tocando una herida que no había llegado a cicatrizar.

- ¿Qué quieres que te cuente?

Desistió. Sabía leer a las personas y más a Luisita.

- Nada... - Contestó derrotada. - Me tengo que ir. - Intentó levantarse pero Luisita la retuvo.

- No te enfades.

- No me enfado, pero es tarde y tus padres estarán a punto de llegar - Se soltó del agarre de la rubia, percibió su cara de preocupación.

- Que no me enfado, de verdad. - Intentó sonar convincente pero sin mucho éxito.

- Amelia, es que no me apetece hablar del tema.

- Lo entiendo, no pasa nada. - Sonrió.

- Pues no te vayas así. - Estiró la mano para intentar acercar a la morena.

Sonó la puerta y antes de que ésta se abriera Amelia le dio un pequeño beso y le volvió a susurrar que todo estaba bien.

- Luisita, hija mía - Marcelino entró como un torbellino.

- ¿Os interrumpimos? - Preguntó Manolita que se encontraba detrás de su marido.

- Para nada, Manolita, al contrario, justo me iba ahora que tengo cosas que hacer. - Se excusó la morena.

- ¿Qué cosas? - Preguntó Luisita sabiendo que lo que acaba de decir Amelia era una excusa para salir de ahí.

- Cosas, Luisi, cosas... - Intentó no sonar desagradable.

- Lleva días aquí metida, tendrá que salir a tomar el aire aunque sea ¿no? - Comentó Marcelino intentando calmar los ánimos que parecían empezar a agitarse.

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