Era martes por la noche. Quedaban menos de 24 horas para la cita con Amelia.
"¡Qué cita!" pensó Luisita, si Amelia sólo le iba a ensañar a respirar. Era paradójico que la persona que le quitaba la respiración fuese quien le enseñase, precisamente, a respirar.
Pero ahí estaba Luisita; enfrente del espejo pensando qué ponerse para estar guapa pero informal. Amelia le había dicho que llevara algo cómodo y holgado. Algo de deporte. ¿Deporte? A Luisita la ropa de deporte le sentaba fatal. Siempre fue uno de sus traumas durante la adolescencia. Obviamente no iba a ir de sport a casa de Amelia. Ni muerta.
Miraba su reflejo en el espejo mientras repasaba mentalmente su armario, estaba probando diferentes peinados; pelo suelto, coleta alta, coleta baja, cuando notó como la puerta de su habitación se abría con cuidado y un jovencito rubio se hacia paso tras ella.
- ¿Qué pasa Ciriaco? ¿Estás bien?
Ciriaco observó a Luisita de arriba a abajo.
- ¿Por qué llevas un chandal con tacones?. El chandal es para hacer deporte, con tacones no se puede hacer deporte.
Luisita miró su aspecto un tanto ridículo, había estado probando diferentes combinaciones y se había olvidado quitarse lo tacones.
- Tienes toda la razón, Ciriaco - contestó mientras se quitaba los zapatos. - ¿Qué pasa?
El pequeño se sentó en la cama de su hermana apartando toda la ropa que tenía desperdigada.
- ¿A ti te gustan las flores?
- Sí, sí que me gustan ¿por? - Preguntó sentándose a su lado.
- ¿Y a todas las personas les gustan las flores?
- Bueno, a todas no. ¿A ti te gustan?
- No lo sé.- Se encogió de hombros. - Nunca lo he pensado.
- ¿ Y te gusta que te regalen flores?
- Claro, me parece un gesto muy bonito. ¡Qué! ¿Me vas a regalar flores? Las margaritas son mis favoritas. - Dijo sonriendo.
- No. La verdad es que no. ¿Tengo que regalarte flores?
Luisita soltó una pequeña carcajada. Le encantaba la forma de razonar de su hermano, esa sinceridad basada en la simplicidad. Era consciente de lo difícil que le resultaba al pequeño entender a las personas, de saber qué querían, de si algo les molestaba o no. Él actuaba pensando en el pragmatismo y en la lógica. Pero la vida era de todo menos lógica.
- No, no hace falta que me regales flores, pero si te apetece regalar flores a quien sea. Hazlo, es bonito aunque no te parezca útil.
- Es que no es nada útil ¿verdad? - Preguntó esperando la confirmación de su hermana.
- Quizá no es muy útil, pero puedes hacer sonreír a alguien con esas flores y ya por eso merece la pena ¿no crees?.
- ¡Visto así! El otro día leí que al sonreír se activan los músculos de la cara y que el cerebro libera inmediatamente dopamina y endorfinas.
- ¡Ah! Bueno, pues eso es bastante útil.
- Es útil sí. - Contestó pensativo. - Muchas gracias Luisita.
Ciriaco se marchó sin más preguntas tras la mirada de Luisita que no pudo evitar sonreír. No tenía hermanos favoritos, pero Ciriaco era su punto débil y por eso se frustraba tanto cuando veía que no podía ayudarle, que cada vez le costaba más relacionarse con él.
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Kintsugi
RomansaEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...