Capítulo 55

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- ¿Has avisado a mi madre?

Llevaban un par de horas en la carretera, Ciriaco se había quedado dormido y Luisita y Amelia apenas habían hablado durante el trayecto. Después de lo sucedido ambas necesitaron tiempo para recuperar su equilibrio emocional. Casi sin pensarlo las dos se habían iniciado en un viaje que les iba a obligar a estar muchas horas juntas y eso podía generar muchos momentos incómodos.

- Sí, ha dicho que estamos locas, que por favor que tengamos cuidado y que iba a llamar a tu hermana.

- Genial. No esperaba menos de mi madre.

Amelia sonrió ante el comentario.

- ¿Te pongo el gps?

- Sí, por favor ¿Cuánto pone que falta?

La morena esperó a que el gps recalculara el trayecto.

- Unas tres horas. - No supo si reír o llorar. 

Aquella situación le generaba sentimientos encontrados, por un lado, la idea de pasar tiempo con Luisita le encogía el corazón y le hacía cosquillas en el estómago, pero por el otro lado, existían demasiados silencios entre ellas, demasiadas palabras que ninguna se atrevía a sacar.

 Amelia se sentía rechazada por Luisita y Luisita se sentía no merecedora del amor de Amelia. Las inseguridades de cada una tenían el poder de desvirtuar los momentos, las palabras y sus miradas, complicaban las emociones convirtiéndolas en inmensas montañas difíciles de escalar y solo el ser honestas la una con la otra podría conseguir que esos miedos infundados desaparecieran, pero decir en voz alta los miedo es hacerlos reales y eso implicaba tener que enfrentarse a ellos y por desgracia ninguna se sentía preparada para ello. Se habían mostrado vulnerables en numerosas ocasiones, ambas se habían confesado sus preocupaciones, sin embargo, estos miedos tenían que ver con ellas, con su relación. Las dos habían dado cosas por hecho, habían creado expectativas y tenían miedo de que éstas no fueran ciertas, de que el sueño de estar juntas fuera un sueño individual y no de las dos.

- ¿Quieres que ponga música? - Sugirió Luisita.

- No, tranquila, además no quiero despertar a tu hermano. - Instintivamente las dos miraron a Ciriaco que seguían plácidamente dormido.

-Quien fuera Ciriaco ¿eh? - Comentó Amelia en voz alta.

- ¿Por cómo duerme?

- Por como duerme y por lo claro que es. Le cuesta entender sus emociones y las de los demás pero dice las cosas de forma directa, sin tapujos.

- Demasiado directas. - Añadió Luisita divertida.

- Bueno, sí, eso también, pero a veces está bien ser así de directos, nos evitaríamos muchos quebraderos de cabeza, muchas decepciones ¿no crees?

- Probablemente. - No sabía muy bien qué decir, tampoco sabía si eso era una indirecta sobre ellas, sobre lo que no decían.

- Si te cansas puedo conducir yo.

- No te preocupes tengo mucho aguante.

- Lo sé. - Sonó peor de lo que realmente Amelia pretendía. - Me refiero que sé que tienes aguante por lo que te he visto hacer... te he visto hacer de trabajo, quiero decir, cuando estás en el bar o con tus hermanos, entiéndeme. 

Amelia se estaba poniendo nerviosa, era incapaz de salir de aquel lío y cuanto más hablaba, más sentía que sus palabras estaban siendo malinterpretadas.

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