Como era costumbre en los últimos meses, Natalia llegaba tarde a la cita con Amelia y Luisita. Después de dos horas de charla con Carmen y Marta, la morena había llamado a su amiga para encontrarse en la cafetería de al lado de su casa para ponerle al día y para ver cómo proceder, tenía que conseguir algo de tiempo y crear un nuevo plan.
- Toma, amor.. - Le entregó Luisita la cerveza que acababa de pedir.
- Gracias. - Dijo sin apenas mirarla a la cara, estaba concentrada en el móvil.
- ¿Estás bien? ¿Te dice algo Natalia?
- No, no es Natalia - Contestó con hartazgo.
- ¿Entonces? ¿Qué pasa?
- Mi madre, eso pasa, es la tercera vez que me escribe...
En cuanto la escuchó recordó su encuentro con ella.
- No me mates.
- ¿Por?
- Tu madre... - Dijo con cara de niña buena.
- ¿Qué pasa?
- Fue al bar. - Confesó entredientes, temía la reacción de Amelia.
- ¿Cómo que fue? ¿Para qué fue? ¿Cuándo?
-Ayer por la mañana.
- Pero ayer por la mañana estabas tú. - La rubia asintió. - ¿La viste? ¿Hablaste con ella? - Volvió a asentir. - ¡Y no me has dicho nada hasta ahora!
- Lo siento, Amelia, pero es que ayer entre el momento catarsis y que luego hicimos el amor pues no me acordé, perdoname... - Junto las palmas de las manos a modo de disculpa.
- ¿Y qué quería?
- Hablar contigo.
Bufó angustiada.
Aquella visita la alteraba más de lo que le gustaba, a pesar del tiempo y de la insistencia de su madre, seguía sin querer hablar con ellos, sus rostros seguían doliendo y recordar todo lo vivido le provocaba una ola de rabia y de ira que no sabía controlar.
- ¡No sé qué coño quieren y me tienen harta! - Soltó malhumorada. - ¿No pueden dejarme en paz? Si no les cojo las llamadas, no les contesto a los mensajes no pueden inferir que quizá no quiero saber nada de ellos, que me duele saber de ellos, que ver sus caras me recuerdan lo idiota que fui, como me trataron y todo el dolor tan gratuito por el que me han hecho pasar.
- Igual es importante.
- ¿Importante? Importante es Marta no ellos. - Respiró hondo e intento recuperar la calma, tras un breve silencio, Amelia regresó la mirada a su novia. - ¿Le dijiste algo?
La rubia dudó, había sido consciente de las malas palabras y de lo maleducada que había sido con Devoción.
- No... bueno... si, algo le dije, poco.. quizás un poco más de lo que debería.
- ¿Cómo que un poco más de lo que deberías? - Preguntó extrañada.
- Es que... igual no estaba en mi mejor momento... - Le costaba arrancar.
- ¡Qué le dijiste! - Fue imperativa, se le estaba acabando la paciencia pero no por Luisita sino por sus padres, aquella actitud de desconsideración con ella, la enervaba. Odiaba cuando su familia se extralimitaba, cruzaban la línea y no respetaban sus decisiones, lo habían hecho siempre, ahora no iba a ser menos.

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Kintsugi
RomantikEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...