¿Cuántas veces había deseado ese momento? ¿Cuántas noches había querido no despertar? Amelia seguía sumida en aquella inmensidad, atrapada en esas arenas movedizas donde cualquier movimiento era sinónimo de hundimiento, sentía una fuerte atracción por su propia oscuridad, tenía ese punto adictivo que la llevaba al límite recordándole su vulnerabilidad. Con el piel en carne viva y con todas sus heridas sangrando esperaba el golpe final que la desterraría de aquella odisea que era su vida. En tan solo un año su vida fue su castigo y ahora tenía la oportunidad de acabar con ella, de redimirse.
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Aquella noche Luisita apenas pudo dormir, sus pensamientos y su vida estaban junto a Amelia aunque fuese en la distancia, en la maldita distancia.
La habitación estaba en penumbras, se había acostumbrado a dormir con un poco de luz por Amelia que siempre tenía que tener la iluminación suficiente para poder discernir las siluetas de los muebles, cuando estaba en absoluta oscuridad solía tener pesadillas.
Ahora está a oscuras ¿tendrás pesadillas? pensó Luisita ¿querrá no despertar como me pasó a mí? Temió que su descanso fuese tan engañoso como el suyo, temió que las ganas de luchar de la morena escasearan al no tener su voz guiándole el camino como ella tuvo la de Amelia.
Abrió los ojos agotada y asqueada de aquella situación, del insomnio y de no poder moverse de la cama, de pronto, escuchó una respiración que consiguió ponerla en alerta ¿quién estaba ahí? Trató de moverse, pero todavía le dolía el pecho y seguía con el suero y el oxígeno, volvió a escuchar aquella respiración pausada, tragó saliva con dificultad, el miedo se estaba apoderando de ella. La última persona que estuvo ahí fue María, sin embargo, hacía tiempo que se había ido con Nico.
- María - La llamó con el miedo en la voz.
Nadie respondió. Intentó examinar la habitación con atención, poco a poco fue reconociendo las siluetas de lo muebles; la puerta que daba al baño, el marco de la ventana, el final de su cama y la respiración volvió a inundar la estancia. Se detuvo en su inspección, cerró los ojos, contuvo el aliento y prestó atención a los sonidos, quizá podría reconocer a la persona, era capaz de distinguir la respiración de Amelia, saber si dormía o si tenía pesadillas por como respiraba. Volvió a escuchar aquel jadeo, pero no lo reconoció lo que hizo que aumentaran más sus miedos.
Si está dormido no me puede hacer nada pensó intentando racionalizar sus ganas de huída. Abrir los ojos, de nuevo, para intentar averiguar la procedencia de aquel sonido, retomó con su investigación, recorriendo con la mirada todos los rincones de su cuarto hasta que pudo discernir entre las sombras, al lado del puerta, un sillón, un sillón que nunca había estado ahí, siguió la silueta del mueble con la mirada y con miedo de ver a alguien ocupando aquel lugar y la respiración regresó, más fuerte, más nítida, con la siguiente inspiración le dio un vuelco el corazón y de su boca salió una grito inesperado.
- ¿Qué pasa? - Escuchó mientras se hacía la luz.
María acababa de encender el interruptor iluminando la habitación y acabando con aquel misterio.
- ¡Joder! María, casi me da un infarto. - Soltó Luisita agarrándose el pecho.
- Pero ¿estás bien? - Preguntó acercándose a ella.
- Sí, joder, pero desde cuándo respiras así.
- ¿Así, cómo?
- No sé, raro, no te he reconocido y me he asustado.
- Perdona, sister.
- Pensé que estabas con Nico.
- Sí, pero Lola regresó y preferí quedarme contigo. No te quería asustar, cuando entré estabas dormida y no quise despertarte.
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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...