Capítulo 81

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- No lo sé, dímelo tú.

- No pasa nada. - Contestó inocente.

- No me mientas que nos conocemos.

- Que no, de verdad, que no pasa nada.

- Te cae mal ¿verdad? Es que Lola a veces puede ser muy desagradable pero no es mala persona, es solo que tiene sus cosillas y que se preocupa mucho por mí pero es buena persona.

- No, si eso no lo dudo.

- O sea, que sí que te cae mal. - Contestó entre risas.

- A ver... no la conozco.

- Otra igual, Lola me dijo lo mismo.

- ¿Le has preguntado a Lola por mí? - Preguntó extrañada.

- Claro, le he preguntado a toda mi familia por ti. - Contestó como si fuese una obviedad.

- ¿Qué? Me estás vacilando. 

- Que no, mira, Catalina dice que eres muy divertida y que le encanta que te guste el Kinder Bueno como a ella, María dice que eres demasiado perfecta para ser real, lo cual yo estoy muy de acuerdo. - Le dedicó una de esas miradas que desarmaban a la morena.

Amelia se ruborizó ante el comentario aunque no pudo negar la ilusión que le hizo que Luisita pensara igual que su hermana.

- Manolín... mejor no te digo lo que piensa porque es un adolescente y  es una hormona con patas aunque no le culpo porque sí que estás muy buena. - La morena soltó una carcajada.

- ¿Y tus padres? - Quiso saber.

- Mi abuelo dice que eres una muy buena moza, mi madre que vales un potosí y mi padre te adora, el día que dijiste que el arroz se comía con cuchara le conquistaste y Ciriaco me dijo que porque le gustaba Elisa que si no estaría enamorado de ti, y todos hemos visto que Elisa es una mini tú, así que ya tienes a dos Gómez enamorados de tí.

- ¡Ah! ¿Sí? ¿Dos? ¿Y quién es el segundo? - Preguntó traviesa.

- Pues Lola, quien va a ser...

- Si Lola no me puede ni ver.

- ¡Lo sabía! Sabía que no habías hecho buenas migas. - Gritó triunfante.

- Pero... serás... me has tendido una trampa. - Le acusó mientras sus dedos índices la atacaban provocando varias carcajadas.

- ¡Para, Amelia! ¡por favor! Que me duele...

La morena se detuvo al instante y se apartó de ella.

- Perdona - Contestó arrepentida.

- He dicho que pares no que te alejes de mí. -  Amelia sonrió tímida y volvió a su postura inicial. 

- Pero abrázame bien...

- ¡Madre mía! Cómo estás hoy ¿no? - Comentó divertida.

- Estoy convaleciente, Amelia - Hizo un puchero.

- Pero... ¿cómo quieres que te abrace? - Alzó las manos en señal de rendición.

- Acércate más. - Luisita le agarró del brazo y le acercó más a ella - Para que pueda apoyar la cabeza en tu hombro y ahora. - Cogió el brazo de la morena más próximo a ella Rodeame con el brazo y junta tus piernas con las mías. No es tan difícil Amelia.

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