No dejó que llegaran a la habitación, un par de metros antes, Amelia se lanzó a hablarles.
- ¿Qué hacéis aquí? - Preguntó sería.
Nada más escuchar aquella voz , Devoción se giró con una expresión de vergüenza y felicidad.
- ¡Hija! - Dudó pero finalmente se acercó y la estrechó entre sus brazos, Amelia apenas reaccionó, no había pasado ni un minuto y ya estaba deseando que se fuera, no tenía fuerzas suficientes, se sentía débil emocionalmente y no iba a ser capaz de soportar la inquina que su padre sentía por ella.
- Para haber tenido un accidente te veo demasiado bien. - Soltó su padre tras hacerle un reconocimiento con la vista. Amelia obvio el comentario.
- ¿Qué hacéis aquí? - Insistió.
- Hemos venido a verte. - Contestó su madre con un fino hilo de voz.
- Pues ya me habéis visto, ya os podéis marchar. - Le costaba ser así de dura y más con su madre pero necesitaba protegerse, ponerse su coraza y no dejarse dañar.
- Nos enteramos por la madre de Natalia - Devoción hizo oídos sordos a su hija, era consciente del dolor que debía sentir y entendía aquel trato por parte de ella.
Amelia asintió y miró a su padre que no había dejado de juzgarla desde que la vio. La miraba con una expresión de superioridad y con esas actitud reprobatoria que enervaba a la morena. Era curioso como su padre era capaz de despertar todo lo malo y todos los miedos de Amelia, como un simple gesto era capaz de activar todo un sistema de escudos.
Estímulo - respuesta.
Muchos años condicionada y asociando ciertas conductas a ciertas emociones, había vínculos difíciles de romper. Esa relación de ansiedad con su padre era uno de esos vínculo enraizados en su cuerpo que le costaba sobrellevar.
- Nos dijo que había sido muy grave... - Añadió su madre aliviada al ver que su hija seguía viva.
- Aunque te veo que estás perfectamente, si puedes pasearte por el hospital y todo. - Comentó con desagrado su padre.
- Me vais a decir de una maldita vez qué hacéis aquí.
- Ya te lo hemos dicho, hemos venido a verte. - Repitió su madre.
- No se lo cree nadie, habéis tardado dos días en venir a verme.
- Es que teníamos cosas que hacer - Se excusó Devoción avergonzada.
- No eres el centro de nuestra vida - Añadió su padre.
- Ni quiero serlo. Os podéis ir, por favor... - Pidió mirando con súplica a su madre.
Tomás no tardó en reaccionar, aquel trato por parte de su hija era impensable para él.
- Eres una desagradecida.
- ¡Desagradecida yo! - Alzó la voz, su padre estaba acabando con su paciencia.
- Nos hemos hecho muchos kilómetros para estar aquí.
- Pues os los podíais haber ahorrado, no os necesito, ni quiero saber nada de vosotros.
- Amelia, cariño, no digas eso, somos tu familia - Le suplicó su madre agarrándola del brazo para evitar que se fuera.
- ¿Mi familia? Mi familia era Alex.
- Lo que hay que oir, te dimos una vida, te has criado con nosotros y así nos lo agradece, no sé de qué me sorprendo.

ESTÁS LEYENDO
Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...