Amelia cogió aire, intentó retener aquel momento; tener a Luisita en su hombro y el sol saliendo por el Este bañando la zona de luz y de colores anaranjados.
- ¿Estás segura que te quieres ir? - Preguntó con un hilo de voz, no quería romper aquel momento lleno de magia pero quería entender.
- No podemos quedarnos muchos más días, Amelia. - Respondió sin apartar la mirada del horizonte. No quería responder a la verdadera pregunta.
- No, Luisi sabes a lo que me refiero.
La rubia se tomó su tiempo, era complicado explicarle los motivos que le habían llevado a tomar esa decisión, no era solo Lola o Nico, era el rechazo de la universidad, el sentimiento de inferioridad en su relación con Amelia, su obligación para con su familia, era no querer salir de su zona de confort.
El tiempo tiene el poder de hacer que nos acostumbremos a cualquier estado o emoción, el tiempo junto con el miedo es capaz de hacernos soportar lo que creíamos insoportable, aceptar límites inimaginables y conformarnos con lo que nunca quisimos. Luisita se encontraba en ese momento, en esa zona de hastío conocida y que, por tanto, controlaba, quizá no era feliz o no tanto como Amelia le hacía sentir, pero sentía que lo podía manejar, que todo lo que estaba por venir no era nada que la fuera a desestabilizar.
- Da igual que esté segura o no. Nico me necesita. - Respondió tajante sin dar opción a que Amelia la rebatiese.
- Pero... - Dudó en si continuar, tenía miedo de la respuesta de la rubia. - ¿Te vas a quedar definitivamente?
Entendía que Luisita se tuviese que ir a Barcelona, su hermana y su sobrino la necesitaban e iba a estar ahí porque así era ella; puro corazón, pero eso no implicaba que no pudiera volver a Madrid. Amelia seguía intentando entender, seguía creyendo en ellas.
- No lo sé, Amelia, lo de Nico parece que es para largo y, bueno, una vez que esté ahí, intentaré buscarme la vida.
Es decir, trabajaría en la peluquería de su tía como siempre había hecho.
Amelia asintió sin llegar a decir nada, con esa respuesta le había quedado más que claro las intenciones de Luisita con ella, aun así estaba dispuesta a disfrutar de su último día con la rubia, quizá no acabarían juntas, pero sabía que Luisita había aparecido en su vida para darle alas.
Siempre se dice que las personas aparecen en tu vida por algo, que las casualidades no existen. Amelia creyó que Luisita apareció porque sería su compañera de vida, no obstante, acabó siendo el impulso final para cerrar su etapa más dolorosa y ya solo por eso se merecía todo.
- Podías... - No se atrevió a terminar la frase.
- Podía ¿qué?
- Podías venir conmigo a Barcelona.
- ¿Qué?
- Sé que es muy egoísta, que no soy nadie para decirte que vuelvas a empezar de cero y menos cuando he tomado la decisión de irme sin decirte nada pero igual podrías... no sé. - Escupió aquellas palabras sin querer pensar en todo lo que aquello implicaba. Observó a Amelia con atención, apenas había reaccionado ante su petición, no pudo leer su rostro.
- Luisi... yo... - Intentó encontrar las palabras adecuadas. - No creo que sea buena idea. - Respondió con algo de pudor.
- Pero me has dicho que estabas... - No pudo terminar la frase, se sintió más vulnerable que nunca.
Amelia la estaba rechazando. Sabía que no era una rechazo propiamente dicho pero dolía igual.
- Es que no me quiero ir por las razones equivocadas.

ESTÁS LEYENDO
Kintsugi
RomansaEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...