Capítulo 74

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Eran las seis de la mañana y Amelia apenas había podido descansar,  las sillas de la sala eran bastante incómodas como bien le informó la enfermera en varias ocasiones. María se había ido hacía más de un hora, en cuanto Lola llegó para estar con Nico mientras que Marcelino y Manolita la acompañaron la última hora para después ir a casa de su hija a descansar.

La morena seguía con el peluche de Nico entre sus manos, no lo había soltado en toda la noche, mientras miraba el reloj con apremio, solo faltaban dos horas para poder ver a Luisita aunque solo fueran cinco minutos.

- Perdona... - La enfermera se aproximó a Amelia que estaba tumbada en dos de las sillas.

- ¡Ay! Perdón - Se incorporó de un salto en cuanto escuchó a la sanitaria - que no puede estar así ¿no?

- No, no, es eso, es solo que... a las 8:00 se acaba mi turno. Solo quedan dos horas y he pensado que...

¿No estará ligando conmigo?  pensó Amelia.  Comenzó a ponerse nerviosa, odiaba ese tipo de situaciones, tener que rechazar a alguien o decir que no era de las cosas que más le costaban, su asertividad se reducía al máximo.

- He pensado que igual podrías pasar a la habitación de Luisa. Llevas toda la noche esperando y bueno, yo haré la vista gorda y cuando llegue mi compañera es la hora de visita. 

Tras las últimas palabras Amelia respiro aliviada para después dedicarle una inmensa sonrisa.

- ¿Me lo está diciendo en serio?

- Claro y no me tutees ¡por Dios!

- Muchísimas gracias. - Contestó mientras se levantaba y se dirigía a la habitación de Luisita.

Entró con sigilo intentando no perturbar el silencio del momento. Observó a Luisita quien yacía en la cama con el respirador y varios cables que controlaban sus constantes vitales. Incluso en ese estado transmitía calma, parecía encontrarse en paz.  Acercó la silla hasta el borde de la cama y se sentó para después tomar su mano que volvía a estar fría.

- ¡Madre mía! Luisita si es que estás helada. - Se incorporó para cubrirla con la manta que estaba a sus pies.

- He estado con Nico, está bien pero está preocupado por ti. Me ha dado su peluche para que te proteja. 

Colocó el muñeco entre la sábanas y Luisita, cerca de su costado.

- La verdad es que es adorable y muy guapo, tiene un aire a ti. - Sonrió. - También he estado con tus padres y con María, es curioso como tu familia me ha acogido sin saber nada de mí, solo porque ven cómo te trato y eso que no han visto lo bien que me cuidas tú.  

Acarició su mejilla con una lágrima al borde sus ojos. 

- Entiendo que tu familia sea tu prioridad, no han dudado ni un segundo en dejarlo todo por ti, también entiendo que cuando llevas tantos años en esa dinámica de tu familia antes que nada y que nadie es difícil salir de ahí. - Suspiró. 

- Nunca he querido ponerte las cosas difíciles, Luisita, solo quería que mirases por ti, que pensaras en todos esas planes que siempre habías querido hacer pero que nunca pudiste. Ni siquiera quería que pensaras en mí,  solo en lo que te hacía bien a ti. 

Hizo una pausa para poder tragar saliva e intentar mitigar el nudo que iba subiendo a su garganta cortándole el aliento. 

- Quedé con mi madre... a veces creo que es mejor vivir en la ignorancia, no saber... Discutí con ella, le dije todo lo que pensaba, el daño que me causaban sus silencios  y sabes qué me dijo. - Contuvo el llanto. - Que Alex no me llamó, que fue ella, fueron mis padres quienes me llamaron desde el fijo para que volviera a casa, fueron mis padres los que dejaron sola a Alex... 

KintsugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora