Acababan de terminar de cenar en un bar cerca del hospital y Amelia se había ido directa a la sala de espera, tanto Marcelino como María intentaron persuadirla para que, al menos, fuera a dormir unas horas a un hostal o a casa de Lola pero Amelia se negó. No se atrevía a separarse más tiempo de Luisita.
No podía evitar pensar en Alex, en el momento en el que se fue y como no pudo estar con ella, recordó la última conversación con su madre, aún no había tenido tiempo de procesar todo lo que le dijo y no sabía si quería tomar consciencia de las palabras de Devoción, de todo lo que implicaba aquella mentira. Una mentira disfrazada de culpabilidad. Una culpa que le había perseguido durante más de un año, una culpa que le había incapacitado en todos los sentidos.
A veces no somos conscientes del poder de una mentira, de la fragilidad de las personas y de la vulnerabilidad del momento, a veces soltamos comentarios sin ser conscientes del daño que esas palabras pueden ocasionar aunque no se digan con esa intención. A veces la intención vale más que un gesto. A Amelia todo le dolía y lo único en lo que quería y podía pensar era en Luisita, en que se despertara y estuviese bien. No quería revivir una pérdida como la de Alex.
Miró el reloj de la sala de espera, apenas era la una de la madrugada, la enfermera del turno de noche se acercó a ella.
- ¿Estás bien?
- Sí, solo estoy esperando.
-¿Esperando?
- Sí, a que sea la hora de visitas.
- Para eso faltan siete horas.
- Lo sé pero es que no me quiero alejar de ella.
- ¿Qué habitación es?
- La 314.
- ¿Luisa Gómez?
- Sí, ella es.
- De acuerdo.
Se marchó para volver a los diez minutos.
- En la 314 todo está tranquilo. - Sonrió y le guiñó un ojo.
Amelia le devolvió la sonrisa y observó que en su uniforme tenía una chapa de la bandera LGTBI+
Volvió a mirar el reloj; 1:20. La noche iba a ser muy larga.
Se levantó y se dirigió a la máquina expendedora, se pidió un café y bajó a la segunda planta para ver a Nico.
- ¡Ey! Amelia - susurró Marcelino.
- Hola Marce ¿Qué tal? - Estaba en la puerta esperando.
- ¿Y Manolita?
- Está dentro, Nico no puede dormir.
- ¿Y eso?
- Le duele la pierna, parece que la medicación no le hace efecto.
- ¿Habéis avisado a la enfermera?
- Sí, ahora viene, estaba atendiendo a otro paciente, es que están faltos de personal.
- La sanidad pública... así es... - Respondió con resignación.
- ¿Cómo está Luisita?
- Me ha dicho la enfermera que todo bien.
- ¿Por qué no te vas a descansar?
- Te puedo decir lo mismo, Marce.
- Ya, bueno, pero nosotros tenemos a dos miembros de la familia aquí. - Se justificó.
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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...