- ¡Haz que pare! - Suplicó mientras se aferraba a los brazos de Luisita.
Solo necesitó una mirada con su madre para poder irse con Amelia y llevarla a casa. Ni si quiera intentó que la atendieran en el hospital, comprendió que ese lugar era el que le estaba provocando aquel estado en Amelia.
La metió en el coche y como pudo la llevó a su casa. Amelia seguía llorando desconsoladamente, su respiración se aceleraba y su cuerpo se mantenía en tensión mientras se sujetaba en los brazos de Luisita, la guió hasta el sofá y la dejó caer con delicadeza. Amelia comenzó a temblar, verla en ese estado de desesperación le partía el alma. No sabía qué hacer ni qué decir.
- Haz que pare, por favor. - Repitió con las manos en la cabeza. Luisita se colocó a su altura.
- ¿El qué, Amelia? - Le preguntó con una voz dulce.
- Las voces, las luces, todo... No puedo más. - Un llanto desesperado salió de su garganta rasgando a Luisita. Los ojos de la rubia se empañaron, Amelia estaba sufriendo y no sabía qué hacer ni por qué. Odiaba verla así.
- Amelia. - Susurró en su oído.
Con el sonido de su nombre su cuerpo empezó a sufrir pequeños espasmos y los episodios de apnea se iniciaron a causa del fuerte llanto, sus manos ahora sujetaban al cojín con miedo por no salir de ahí. Abrió la boca con la intención de obtener el mayor aire posible pero no pudo, sentía que su garganta estaba cerrada, que sus fosas nasales no retenían el aire y que sus músculos cada vez dolían más. Luisita lloraba en silencio, con las piernas temblando y con el corazón en un puño.
- Amelia, mírame. - Logró decir con dificultad.
Despacio se puso en el campo de visión de Amelia, necesitaba que la morena la viese, la reconociese. Volvió a llamarla, pero Amelia seguía en ese espiral de dolor sin lograr escapar de ahí. Luisita se acercó más, hasta que su rostro estuvo a escasos centímetros de ella.
- Amelia, cariño - Estiró la mano y le acarició el cabello, Amelia alzó la mirada y, por fin, sus ojos se clavaron en los de las rubia que sin pensarlo se descalzó y subiéndose al sofá se colocó detrás de Amelia y la abrazó. La abrazó lo más fuerte que pudo. La rodeó hasta que Amelia se hizo una bolita y sus cuerpos se acoplaron convirtiéndose en una única figura. Sintió como Amelia se estremecía entre sus brazos, como sus extremidades seguían rígidas por la tensión y como sus ojos no cesaban de llorar. Luisita intentó calmarse, quería absorber su dolor, transmitirle la serenidad y la seguridad que Amelia le provocaba, quería ser su salvavidas en esa inmensidad.
- Todo va ir bien, Amelia - Le susurró y la besó en la nuca. Amelia agarró las manos de Luisita y tiró de ellas haciendo que Luisita se aproximase más a su espalda si podía. Sintió la necesidad de Amelia en aquel gesto. Sus manos se entrelazaron y la morena comenzó a respirar de forma rítmica, volvió a besarla el cuello y se apretó más a ella, quería que supiese que estaba ahí y que no se iba a ir, que pasara lo que pasara, no se iría de su lado.
Poco a poco el cuerpo de Amelia fue cediendo al calor de Luisita, sus músculos se relajaron y el llanto fue disminuyendo hasta que se convirtió en un ligero suspiro y finalmente se rindió al cansancio. Luisita, al contrario que la morena, no pudo dormir durante toda la tarde, no podía dejar de observar a Amelia, de analizar el movimiento de su respiración, los gesto de su rostro, sentía que debía vigilar los sueños de Amelia, estar en alerta por si aquellos monstruos regresaban, quería ser el faro que la guiara a casa.
****
Había pasado un par de horas cuando Amelia abrió los ojos, todo estaba oscuro apenas consiguió distinguir algunos contornos, reconoció su salón, su casa. Se movió y notó unos brazos rodeándola, miró sus manos entrelazadas. No podía ser. Intentó recordar lo que había sucedido, tenía vagos recuerdos del incidente de Ciriaco.

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Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...