Capítulo 67

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No sabía si estaba preparada para tener aquel reencuentro en ese mismo momento. Despedirse de Luisita había sido más duro de lo que pensaba. Era consciente que eso solo era la punta del iceberg, que aún debía procesar todo lo vivido en la playa pero no se sentía con fuerzas para ver a su madre.

Acababa de llegar a casa, la luz del atardecer se hacía paso a través de la ventana del salón, el piso se sentía vacío, muy vacío. Revisó el móvil, tenía varias llamadas de su madre y un whatsapp de Natalia que le informaba que su madre ya sabía que volvía a Madrid.

Se fue a Madrid con la intención de alejarse del dolor pero éste siempre sabía como volver. Se sentó derrotada en el sofá, necesitaba descansar, pensar, transitar todas aquellas emociones y sentimientos encontrados que la invadían.

La echaba tanto de menos.

La iba a echar tanto de menos.

Comenzó a llorar.

Lloró su falta.

Lloró por la historia que pudo ser y nunca fue, por aquella felicidad efímera que se escapó entre sus dedos, por esa mirada de ojos marrones que lograba iluminar su oscuridad.

Lloró por todo esos besos que se tuvo que guardar.

Acabó tumbándose en el sofá dejando reposar todo su cuerpo mientras las lágrimas brotaban de sus ojos y su corazón se preparaba para la ausencia de Luisita.

****

No sabía cuánto tiempo pasó, sentía que había estado durmiendo toda la vida, que todo lo vivido había sido un sueño, una parte de ella lo deseaba. Estaba acostumbrada a lo inalcanzable, sabía perseguir rayos de luna pero cuando tenía algo tan tangible  y a la par tan lejano, la frustración y la impotencia pesaban más. 

- ¿Sí? - Respondió al teléfono que llevaba un rato sonando.

- ¿Amelia? 

- Sí, dime mamá. -Sonó fría.

- Ya te ha dicho Natalia que estoy en Madrid ¿no?

- Sí. - No tenía ganas de hablar y menos con ella.

- Me gustaría hablar contigo.  

Hablaba con miedo, sabiendo que su hija tenía más que motivos suficientes para no querer verla.

- Vale ¿puede ser en un par de días? Necesito descansar.

- ¡Claro! Cuando te venga bien. 

- A la hora de comer ¿te va bien?

- Claro, hija.

- Ahora te mando la dirección de mi casa y quedamos ahí.

Se mostró displicente. No quería mostrar ningún tipo de emoción aunque tampoco podría aunque quisiera.

Colgó antes de que su madre pudiese despedirse, era consciente que estaba siendo muy dura con ella, más de lo que le hubiese gustado pero estaba agotada en todos los niveles. No podía ni pensar ni sentir. Se encontraba en ese momento de saturación emocional donde una ya no es capaz de reaccionar a ningún tipo de estímulo, donde la sobrecarga te bloquea y te arrebata todas tus fuerzas. Regresó al sofá, Regresó a la oscuridad de aquel día.

****

Luisita pasó primero por el bar a ver su padre y a su abuelo.

- ¡Pero mira quién tenemos aquí! ¿Qué tal charrita? - Saludó con efusividad al ver a su nieta.

KintsugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora