Capítulo 43

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Cuando Amelia llegó a la habitación, Luisita no estaba. Entró con cuidado, una luz tenue se hacía paso a través de la ventana, dejó el vaso de agua en el escritorio e inspeccionó el cuarto. Recorrió con la mirada la estancia ¿y Luisita? Sus sentidos se pusieron en alerta, comenzaba a ponerse nerviosa, prestó atención a los sonidos por si la rubia estaba en el baño pero no escuchó nada, de pronto, la puerta se cerró detrás de ella y antes de que pudiese reaccionar unas manos la agarraron de la cintura y con un rápido movimiento acabó pegada a la puerta con Luisita a su espalda palpando todo su cuerpo.

- Luisita... - Musitó con alivio.

- Pensabas que me había ido... - Le susurró en el oído divertida mientras sus manos recorrían el abdomen de la psicóloga. 

Amelia solo pudo responder con un sonido gutural. Luisita sonrío ante su respuesta, colocó su pierna izquierda entre las de la morena obligándola a que se abriera más y  bajó las manos hasta el botón del pantalón, lo desabrochó y tomándose su tiempo metió la mano. Notó como el cuerpo de Amelia se tensaba y como dejaba caer parte de su peso en la puerta.

- Luisi... - Suspiró.

La rubia continúo con el juego de las caricias, provocando a una Amelia que estaba deseando tenerla de frente. Intentó girarse, en varias ocasiones, pero el cuerpo de Luisita no se lo permitía, sentía el calor de la rubia a través de su ropa, los dedos explorando cada centímetro de su piel. Ansiaba tanto el tacto de sus labios con los de ella...

- Espera, espera, Luisita - Rogó Amelia.

Luisita se detuvo asustada. 

- ¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño? ¿Me venido muy arriba?

Amelia aprovechó y se giró para poder tenerla de frente, en cuanto sus ojos hicieron contacto, se le dibujó una sonrisa traviesa y agarrándola del cuello la besó adentrando su lengua. Luisita, que no pudo evitarlo, dejó escapar un gemido.

- Serás cabro...

La morena  no le permitió terminar la oración, mordió su labio inferior para después rozarlo con la punta de la lengua mientras sostenía a Luisita entre sus manos marcando el ritmo. Se separó unos centímetros, los suficientes para verla de arriba abajo y comprobar que solo llevaba la camiseta de Wonder Woman, Amelia arqueó su ceja mientras se mordía el labio y movía levemente la cabeza.

- ¿Qué pasa? ¿No te gusta? - Dijo Luisita provocativa. - Me la quito si quieres.

- No, tranquila, ya te la quito yo.

Luisita soltó una carcajada que iluminó el cuarto e impulsó a Amelia a regresar a sus labios. Recorrieron la habitación entre besos hasta alcanzar la cama, Amelia instó a Luisita a que tomara asiento y la obligó a mirar como se quitaba la ropa despacio, con gestos provocadores y aproximándose a ella, pero sin dejar tocar nada.

- Amelia, no me está gustando nada esto. - Dijo con dificultad.

Observó el torso desnudo de la morena que hizo caso omiso y continúo deshaciéndose de su ropa sin apartar los ojos de Luisita que cada vez estaba más excitada. La rubia apenas podía articular palabra ante aquella mujer que le quitaba el aliento con una sola mirada.

Una vez que se desvistió, quedándose solo con las braguitas de encaje negro, se acercó a Luisita, le quitó la única prenda que llevaba y la tumbó en la cama. La hija de los Gómez respiró agitada, apenas le había tocado y ya sentía el ardor entre sus piernas. De pronto, toda su piel se erizó, el dedo índice de la morena dibujó una linea recta en su pecho que fue descendiendo con lentitud recreándose en cada lunar, Luisita se contrajo al notar como se acercaba a la zona baja del abdomen y llegaba a su sexo. Introdujo el dedo entre sus pliegues y presionó con una delicadeza supina el centro de Luisita para después iniciar una serie de círculos que provocaron varios jadeos en la rubia. ¿Cómo era posible que con un simple roce y con simple dedo tuviese todo el cuerpo en tensión? 

Cerró los ojos y se aferró a las sábanas de la cama, la morena no tardó en  sumar al movimiento del índice una ristras de besos que ascendían por su abdomen, Luisita abrió los ojos y la observó; era pura sensualidad. Observó el contorno de su espalda, su brazo entre sus piernas y sintió sus rizos en sus pezones ya endurecidos. Suspiró de placer, de anticipación, percibía la lengua de Amelia recorrer el contorno de sus pecho, rodear su pezón para finalmente introducirlo en su boca y succionar con una delicadeza que creía que iba a morir. ¿Por qué tenía que ser tan perfecto? ¿Por qué tenía que hacerlo todo tan jodidamente sensual? 

Sus jadeos aumentaron cuando Amelia, notando la predisposición del cuerpo de la rubia, introdujo dos dedos en su interior. No pudo evitar gemir de placer y de sorpresa. El movimiento comenzó lento, introducía  y sacaba al mismo ritmo que devoraba los pechos de Luisita, había creado una especie de coreografía que estaba llevando a Luisita al borde del éxtasis.

Sentía las contracciones de la rubia, su cuerpo pedirle más, su piel erizada y ardiendo. Estaba a punto de alcanzar el orgasmos cuando Amelia comenzó a descender dejando un reguero de humedad por su abdomen hasta llegar a su sexo, sustituyó su dedo por la lengua logrando que Luisita volvería a gemir de placer y tensionar, una vez más, todo su cuerpo. La morena continúo penetrándola mientras saboreaba todos los resquicios de su sexo, Luisita se retorcía de placer.

- Amelia, para, para, para - Dijo, de repente. 

- ¿Qué pasa? - Preguntó extrañada.

- Que me voy a correr.

- Esa es la idea.

- ¡Ah! Vale, es que pensé, que igual querías, ya sabes... 

Amelia no la dejó terminar, volvió a su entrepierna  y a succionarle el clítoris mientras aumentaba la velocidad de sus dedos. El cuerpo de Luisita comenzó a contraerse, se agarró con una mano a la cama y la otra la posó en la cabeza de Amelia, necesitaba sentirla, tenerla dentro, sentir sus pechos rozando los suyos, pero también necesitaba besarla, acariciarla, saborearla. Toda ese necesidad culminó en una explosión de placer y en un gemido que Amelia no tardó en acallar con un beso. 

Luisita respiró con dificultad mientras sus piernas temblaban a causa de ese último golpe de placer. La morena la observó desde abajo, aquella visión le reconfortó, le hizo sentir bien por primera vez en mucho tiempo. Se incorporó hasta a estar a su altura y Luisita la recibió entre sus brazos, le recorrió la cara con pequeños besos, mientras la morena sonreía divertida, aquella sensación era diferente, no había esa carga sexual pero era igual de placentera. Entrelazó sus piernas con las de Amelia, notó el calor de sus pieles, el sudor y el deseo aún entre sus piernas. Se rozaban sutilmente mientras se besaban con dulzura. Luisita sentía la humedad de Amelia en su muslo y eso le provocaba más ganas, se separó con la intención de devolverle a Amelia todo el placer que acababa de sentir.

- Ni se te ocurra dejar de besarme. - Musitó entre besos.

- Pero si voy a...- Amelia la volvió a besar.

- Podría correrme solo con tus besos. - Y la besó con más profundidad, dejando que la lengua de Luisita invadiera su boca, labio contra labio, con la manos en sus mejillas y succionando su labio inferior para después lamerle el superior. 

Amelia necesitaba eso; comerla a besos, sentir la calidez de sus labios, el deseo de las lenguas, el hambre de las bocas, la fiereza de los dientes, y a ella en los brazos de su Luisi.

- ¿No tenías sed? - Le preguntó Amelia sin dejar de besarla.

- Sí, de ti. - Le susurró.

No pudo evitar sonreír y responderle con un cálido beso mientras Luisita la envolvía, todavía más, con todo su cuerpo, 

"Me quedaría aquí toda la vida" pensaron las dos antes de caer rendidas en los brazos de Morfeo. 


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Aprovecho para daros a todes las gracias, una vez más, por vuestros comentarios y las estrellitas, como siempre digo me encanta leer vuestras impresiones y que estéis disfrutando de esta historia. GRACIAS  🥰🥰❤️❤️🤩🤩

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