Capítulo 101

2.2K 330 48
                                        

- Perdóname, Luisi. - Se disculpó la morena deshaciéndose del abrazo de la rubia.

- ¿Por qué me pides perdón?

- Porque estás tú con tus cosas y yo aquí, llorándote... - Se limpió las lágrimas.

- Quieres dejar de decir bobadas, por eso estamos juntas ¿no? porque nos apoyamos y nos sostenemos la una a la otra.

Amelia asintió algo tímida, seguía sin sentirse cómoda con aquella vulnerabilidad, por primera vez en la vida había dicho en voz alta lo que tanto temía, se había expuesto, una vez más, a la rubia, y ella, una vez más, le había confortado.

- Ya... pero yo vine para estar contigo, por ti, no para que me consolaras.

- Bueno, creo que hay un poco de las dos. - Se acercó a Amelia y la obligó a mirarle a la cara. - Viniste porque querías verme, por mí, para estar conmigo y con Nico pero también por ti, porque necesitabas tener a tu lado a la persona que más te quiere, sí, lo sé, es muy soberbio decir eso, pero es que realmente creo que nadie te puede querer como yo te quiero, es que... - Se calló por vergüenza.

- Es que... - Dijo Amelia tímida mientras le agarraba de la mano.

- Es que el amor que siento por tí, Amelia, todo esto que pasa por aquí. - Señaló su pecho. - A veces creo que me supera, me abruma sentir tanto por alguien...  - Cogió aire. - Cuando te pienso se me va el tiempo y solo quiero respirarte porque llenas mis pulmones, porque consigues que vuelva a creer en mí... y es que cuando estoy contigo no tengo miedo a nada y... sé que el tema de la familia es un tema que te duele y que no te gusta, pero yo es que me imagino una familia contigo, me imagino teniendos dos niñas contigo, yendo al colegio a buscarlas, llevándolas al Disneyland, yendo los domingos a casa de mis padres a comer arroz al horno, porque ya te digo yo que cuando vayas  a comer mi padre te va hacer arroz al horno, no sé, quiero que tengamos la familia que nunca has tenido pero que siempre te has merecido. No entiendo como tu padres... no sé como no pueden... creo que es imposible no quererte. - Finalizó volviendo a coger aire tras el discurso y observó a Amelia expectante.

- ¿No me dices nada? - Preguntó con miedo.

 Igual era demasiado pronto, igual se había dejado llevar por su amor desbordado y Amelia no estaba en ese punto.

- Paula. - Soltó la morena.

- ¿Paula? ¿Quién es Paula? - Preguntó extrañada.

- El nombre de una de nuestras hijas, Paula. Siempre me ha gustado. - Sonrió.

- Es bonito... Paula... también me gusta Carol.

- Carol será su hermanita. - Ambas sonrieron y se acercaron la una a la otra para sellar con un beso aquella imagen que acababan de crear en su imaginario.

- ¡No os cansáis! - Se escuchó a María tras la puerta del cuarto.

-  Que solo nos estábamos dando un beso - Se justificó Luisita ante la llegada de su hermana.

- Porque he entrado ahora que si llego a entrar más tarde a saber cómo os encuentro, que sois la comidilla de la planta - Contestó riéndose.

- ¡Qué dices! ¿En serio? - Preguntó Amelia un poco ruborizada.

- Mujer, es que discretas no sois, primero os coméis la boca en el pasillo y luego lo de la habitación, hay una cosas que se llama contención. 

- ¡Qué tonta eres!  - Replicó Luisita. - ¿Por qué estás aquí?¿Ha pasado algo?

María se calló dejando que su expresión hablase por sí sola.

KintsugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora