Nos pasamos media vida esperando.
Esperamos en la cola del banco, para entrar a un concierto, para comprar ese billete de lotería que nos podrá cambiar la vida. Esperamos esa llamada de teléfono que nos confirme que hemos pasado a la siguiente fase, esperamos en el altar, en el supermercado, en el coche, siempre esperamos e incluso esperamos a decir te quiero y no nos damos cuenta que entre espera y espera la vida vuela y nosotras deberíamos volar con ella.
Amelia llevaba más de tres horas en la sala de espera, María se había ido con Lola a su casa a descansar y Manolita y Marcelino se habían quedado con Nico.
- ¿Amelia? - Un susurró le sacó de su estado soñoliento.
Era la enfermera de la noche pasada.
- ¿Sigues aún aquí?
La morena asintió mientras se incorporaba e intentaba despertar sus sentidos.
- Son las dos de la mañana ¿vas a volver a estar toda lo noche?
- Esa es la idea.
En el rostro de Amelia se percibían las escasas horas de sueño y el agotamiento que la incertidumbre provocaba.
La enfermera la examinó, observó su estado y se quedó pensativa varios segundos, se mostraba dubitativa mientras miraba a los lados asegurándose de que no había nadie alrededor.
- ¡Venga! Ven - Le hizo un gesto para que se levantase.
Amelia se incorporó lo más rápido que pudo y se fue tras la enfermera que la llevó a la habitación de Luisita.
- Intenta no hacer mucho ruido, como se enteren que te he dejado entrar, me matan. - Comentó divertida.
- Pero ¿seguro? Me puedo esperar, no pasa nada.
- No voy a dejar que pases otra noche más en esas sillas, además Luisa está mucho mejor, le vendrá bien sentir que no está sola.
- Muchísimas gracias, de verdad. - Le agradeció con una amplia sonrisa.
En cuanto la enfermera las dejó solas, Amelia acercó la silla lo máximo posible a Luisita y se sentó a su lado, sosteniéndole la mano.
- Hola Luisi, me han dejado pasar la noche contigo, por fin. - Le apartó un mechón rubio del rostro. - He estado hablando con María, me ha contado todo lo que ha hecho Lola por ti. No sé... entiendo que sea alguien tan importante para tí pero me da rabia que sientas que tienes que hacer todo por ella.
Se quedó unos segundos pensativa.
- Quizá tengo celos de que ella esté por encima de mí, no lo sé, has renunciado siempre a tantas cosas que creo que eso para ti es lo normal. Vivir sacrificandote por los demás, sin esperar nada a cambio y posponiendo siempre tu vida.
Fijó sus ojos en su rostro, recorrió con la mirada cada detalle de la rubia, sus mejillas pálidas, los labios un poco resecos, sus perfectas cejas.
- Pero también me ha contado por qué tu hermana me odia tanto y cómo tuviste el accidente. No sé qué pensar, Luisita, me abruma todo esto, saber que volvías a Madrid para estar conmigo y ahora verte aquí. No te voy a engañar que cuando me dijo que volvías por mí, me emocioné. Me emocioné porque siempre has pensando en mí, siempre te has preocupado y me has intentando proteger incluso de tí misma y no ya no sé qué hacer con tanto amor, me asusta y me encanta, me asusta porque no quiero que estés conmigo como si eso fuese la panacea, como si yo fuese ese bote salvavidas que te va a mantener a flote porque no podré hacerlo, eres tú la que tienes que aprender a flotar sola aunque yo esté ahí para que te aferres a mí cuando el mar esté agitado o haya más de una tormenta o estés cansada de nadar, por eso quiero que estudies enfermería, que hagas lo que siempre has querido hacer pero que con el tiempo has enterrado en tu memoria, quiero que salgas de esa zona de confort y te demuestres a ti misma que puedes con todo, pero también me encanta que pienses en mí, que camines por la calle y algo te recuerde a mí, que cuando te pasa algo tengas el impulso de llamarme, que cuentes conmigo no hasta uno ni hasta diez, simplemente que cuentes conmigo.

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Kintsugi
Roman d'amourEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...