Escuchó unos pasos correteando, unos murmullos y sintió una respiración en su rostro. Lentamente Amelia abrió los ojos esperando encontrar la mirada brillante de Luisita, en su lugar se encontró con la carita de una mini Luisita sonriente.
- ¡Ya está despierta! - Gritó Catalina en cuanto Amelia abrió los ojos. - Y yo no la he despertado. - Añadió.
- Buenos días pequeña. - Saludó Amelia con voz soñolienta.
- ¿Seguro que está despierta? - Se escuchó de fondo la voz de Luisita.
- ¡Siiiiii! - Volvió a gritar la pequeña de los Gómez.
Amelia escuchó expectante aquella conversación.
- ¿Qué pasa? - Preguntó.
- Nada ¿qué va a pasar? No pasa absolutamente nada. - Catalina mentía igual de mal que su hermana.
Amelia se estiró en la cama y cuando estaba a punto de levantarse e ir al baño apareció Luisita con una bandeja.
- Aquí tiene Señorita Ledesma. - Se acercó a ella y le colocó la bandeja en la cama.
- ¿Me has hecho el desayuno? - Preguntó asombrada Amelia.
- Sí, café con leche y un poquito de miel y tostadas con tomate, el pan es el mismo que el del Asturiano. - Respondió orgullosa.
- Pero Luisita no tenías por qué.
- Ya bueno pero me apetecía, así te despiertas de buen humor.
Con despertar a tu lado ya me vale pensó, pero no se atrevió a decirlo. No sabía en qué punto de la relación estaban después de todo lo ocurrido, no solo por lo de anoche sino por los días anteriores. Amelia se había expuesto de una forma que nunca antes lo había hecho ni con Luisita ni con nadie y Luisita en lugar de salir huyendo había permanecido a su lado. Eso valía más que todos los besos o los momentos de pasión que habían vivido. Amelia le había dado todas las herramientas para que Luisita pudiese hacerle daño, estaba a su merced y a pesar del riesgo que eso conllevaba se sentía segura, muy segura.
- Muchas gracias. - Respondió con una amplia sonrisa. - Pero ¿tú no desayunas conmigo?
- Ya había desayunado pero vamos que por ti desayuno las veces que haga falta.
- Luisita siempre desayuna dos veces. - dijo Catalina por lo bajo.
- ¡Oye! Que te he oído, enana. - Respondió Luisita divertida - Anda, vete a vestir que no llegamos al colegio. - Miró a Amelia - Y tú también, date prisa que luego nos toca esperarte. -Le sacó la lengua a modo de burla y se fue dejándola con la palabra en la boca y con una sonrisa.
A los veinte minutos Amelia ya estaba vestida y desayunada, cogió la bandeja y se fue a la cocina donde estaba Luisita fregando los platos.
- ¿Así son todas tus mañanas?
- ¡Maricón! ¡Qué susto me has dado! - Respondió girándose hacia Amelia.
- Perdón, venía a dejar esto. - Le entregó la bandeja del desayuno. - Estaba todo buenísimo. Gracias - Y le dio un beso en la mejilla como agradecimiento.
- ¿Ya estás lista? - La echó una mirada de arriba a abajo.
- Sí ¿estoy mal? - Revisó su outfit, llevaba una jeans y una camiseta de Luisita de flores.
- ¡Qué va! Estás genial. Voy a avisar a mis hermanos y nos vamos. - Se acercó a la morena. - Aunque sin nada estás mejor. - Le susurró al oído de forma provocativa antes de abandonar la cocina.

ESTÁS LEYENDO
Kintsugi
RomanceEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...