- Amelia, cariño - Rompió el abrazo para mirar a la morena a los ojos. - ¿Qué quieres hacer?
- No lo sé - Contestó con los ojos llorosos y con cientos de dudas.
- ¿Por qué no llamas a Natalia? Queda con ella igual te puede ayudar.
No era una mala idea pero temía dejar sola a Marta.
- La estás dejando con su abuela y su abuela está bien, se hace la loca para que nadie le pida explicaciones, mira lo que ha dicho su vecina, la demencia senil aún no le ha afectado. - Comentó Luisita como si acabase de leerle la mente. - Vete con Natalia, habla con ella y si quieres volvemos las tres o nosotras dos o vosotras dos.
Amelia asintió con la pena aún en el rostro, Luisita la observó y sintió una inmensa ternura, volvió a abrazarla mientras le dejaba besos en su cuello.
- ¡Va! Venga, escribe a Natalia y dile que nos vemos por tu zona.
- ¿Y tus padres? - Logró pronunciar mientras seguía refugiada en la piel de Luisita.
- Los veremos más tarde, no te preocupe, amor.
- ¿De verdad? Te puedes ir tú con ellos y yo con Natalia.
- No voy a dejarte sola ahora, si quieres cuando estemos con ella, me voy.
- No, no quiero que te vayas. - Confesó con voz infantil.
- Pues entonces deja de pensar en mi familia - Dijo divertida.
- No pienso en tu familia, pienso tí.
Luisita sonrió, era demasiado adorable.
- Pues déjame entonces que piense yo en ti ahora. - Le susurró antes de pasar la mano por su cintura e iniciar el camino a casa.
****
Natalia ya estaba en el bar esperando cuando llegaron, había cogido una mesa muy cerca de la ventana y se había pedido un café.
- ¡Luisita! - Exclamó emocionada nada más verla. - ¡Qué alegría verte! - La abrazó.
- Lo mismo digo Natalia - Respondió Luisita con una sonrisa.
Había interactuado muy poco con ella pero sabía lo importante que era Natalia para Amelia y lo mucho que se querían, inevitablemente le tenía mucho cariño.
- Amelia... - Se dirigió a ella y la estrechó entre sus brazos. - ¿Cómo estás?
- Pues estoy - Dijo nada más sentarse al lado de su amiga y de Luisita. - ¿Qué hacemos? - Le preguntó directamente a ella.
- Te refieres a Marta ¿no? - La morena asintió.
- No lo sé... pero ¿estáis segura de que está en casa con su abuela?
- No la hemos visto, pero por cómo reaccionó su abuela cuando le dije que la policía iría a verla o cuando entré directamente en su casa, da que pensar. - Comentó Luisita.
- ¿Cómo que entraste? - Preguntó extrañada.
Amelia no pudo evitar reír al recordar aquel momento.
- Es que tenías que haberla visto, Natalia, me quedé muerta cuando empezó a decir que era una asistente de no sé qué, le enseñó un carné y sin pedirle permiso entró como si fuera su casa. - Contó divertida y con cierto orgullo.
- ¿En serio hiciste eso?
- Bueno, algo tenía que hacer para entrar, si le preguntaba me iba a dar largas.

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Kintsugi
Roman d'amourEl kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Amelia y Luisita tendrá...