Capítulo 108

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- ¿A dónde vamos? - Preguntó impaciente Luisita nada más salir del portal de Amelia.

- Es una sorpresa.  - Tiró de su chica para poder avanzar.

- Pero, Amelia, es que no tengo hambre. - Refunfuñó.

- Pero quien te dice a ti que vamos a ir a cenar.

La rubia se paró en seco.

- ¿No vamos a cenar? ¿Con la hora que es? Pues si no vamos a cenar exijo ir a la cama. 

Amelia se acercó con una sonrisa divertida.

- ¿Exiges?  - Repitió.

- Sí, a esta horas debería  estar haciéndote el amor. - Afirmó.

- Me halaga que me quieras seguir haciendo el amor, yo también, pero te recuerdo que esta es nuestra primera cita y quiero que sea especial.

- ¿Nuestra primera cita? 

- Exacto, piénsalo ¿cuándo hemos tenido una cita de novias?

- Nunca.

- Entonces déjate llevar y confía en mí. - Volvió a agarrarla y a tirar de ella.

- Pero si no vamos a cenar yo en un rato tendré hambre. - Informó con voz de niña pequeña.

- Lo sé, lo tengo todo pensado.

Se pararon enfrente de un Seat León negro, Amelia sacó unas llaves del bolso y abrió el vehículo.

- ¿Desde cuándo tienes tú coche?

- Lo he alquilado.

Amelia abrió la puerta del copiloto, hizo un gesto para que la rubia se metiera pero no reaccionó. miró al asiento vacío y a la morena varias veces.

- Va, venga - Animó a su novia mientras se sentaba en el asiento contiguo. - Te prometo que te va a encantar. - Luisita seguía sin subir al autocar. - En el maletero tengo comida,- Dijo como último intento para convencerla. Al ver que seguía sin reaccionar, Amelia salió del coche.

- ¿Estás bien? - Le tomó las manos e hizo que sus miradas se encontrasen.

- Sí, si, es que... no me esperaba nada de esto. - No sonó muy convencida, su voz tembló por momentos.

- Si no quieres que te sorprenda, lo dejamos, que solo quería hacer algo especial, que no todos los días tengo a mi novia para mí solita.  - Contestó divertida con la esperanza de sacarle una sonrisa.

- Sí, perdona, tienes razón - Luisita miró a Amelia y la acarició antes de coger aire y meterse en el coche.

Salieron de Madrid por la M30, Luisita insistió un par de veces más en saber al sitio al que iban pero la morena no soltó prenda ni cuando la mano de Luisita comenzó a acariciarle el muslo y lo que no era el muslo.

- Al menos dime si queda mucho. - Se estaba impacientando.

- No, no queda mucho.

- Me sorprende que no uses el google maps con los despistada que eres.

- No lo uso porque me he aprendido las indicaciones para que no vieras el destino.

- Pero qué lista es mi chica. - Contestó divertida mientras la observaba con admiración.

Después de casi media hora, Amelia se desvió en una carretera y llegaron a un descampado sin apenas iluminación.

- Amelia ¿qué es esto? - Preguntó extrañada y un poco preocupada.

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