Debemos Hacer Una Casa

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Los hermanos caminaban platicando desprecupadamente mientras Stevens y yo los seguíamos. Él observaba las construcciones y yo sacudía mi ropa, al parecer ese pollo me dejaba pequeñas plumas encima.

—Es sorprendente como todos han trabajado en equipo para hacer de este lugar su hogar.

Comentó Stevens mirando todo lo que su vista le permitía. Asentí con la cabeza.

—Sí, supongo.

Respondí sin mucho interés. Él no pareció notarlo.

—Me gusta que todas las casas son diferentes, ¿lo has notado? Siempre cambia algo, aunque sea un pequeño detalle, pero todas son diferentes.

Comentó, asentí con la cabeza.

—Interesante.

Dije, él asintió con la cabeza.

—¿Sabías que hay distintos tipos de madera y depende la edad del árbol es su fuerza? Seguro que sí, digo, ustedes son expertos en construcción.

Platicó. Por primera vez había conocido a alguien tan parlanchin como Cooper.

—No soy experto en construcción.

Respondí, él no dijo nada hasta un poco más adelante.

—Cooper y Cuppa parecen llevarse bien.

Dijo mirándolos, asentí con la cabeza.

—No puedo creer que hayan sobrevivido solos tanto tiempo.

Comentó, seguro Cuppa le había contado su historia.

—Aunque el pequeño es bastante valiente.

Llegamos a los sitios que les habían asignado a Cuppa y Cooper.

—Bueno, supongo que estaremos todo el día aquí de nuevo.

Dijo Stevens mientras ambos nos acercábamos a ellos.

—Sí, nos veremos más tarde.

Dijo Cuppa despidiéndose de Cooper y de mi. Asentí comenzando a caminar hacia el lugar donde debía estar el enano.

Él tardó un poco en seguirme, caminaba con la mirada baja.

—¿Pasa algo?

Pregunté mirándolo con curiosidad, él se encogió de hombros.

—Soy tan malo. Cuppa sólo quiere estar más tiempo conmigo y yo la estoy alejando hiriendo sus sentimientos.

Respondió mirando al suelo.

—No creo que la estés lastimando.

Dije, él asintió con la cabeza.

—¿Podemos hablar con ella al final del día? No quiero que siga pensando que no quiero pasar tiempo con ella.

Dijo, asentí con la cabeza cariciando su cabeza.

—Claro que sí pequeño.

Respondí sonriéndole, él asintió emocionado.

—Gracias. Sólo espero que eso no la moleste más. O que piense mal de mi. O que no quiera volver a hablarme. O que no quiera que sea su hermano. O...

Comenzó a decir pensando negativamente, comencé a palmear su hombro para calmarlo.

—Tranquilo, ella te quiere mucho para hacer algo así. Además, se ve que es muy amable. No hará nada de eso.

Dije, él asintió sonriendo.

—Lo sé, lo siento.

Dijo mirando al suelo.

S E U L MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora