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El menor sentado en el jardín, viendo las flores con el gato entre sus piernas durmiendo. Quería estar un rato fuera de la casa en lo que México llegaba del hospital, había llevado a uno de sus hijos porque estaba enfermo, estaba preocupado de que fuera algo más, pero no, solo era una fiebre leve.
EDOMEX se iba a quedar con ellos unos días por petición de México que quería tenerlo cerca durante sus días de enfermedad, sabía que sus hijos no se cuidaban cuando estaban enfermos y seguían como si nada, empeorando con los días porque no descansaban, y mucho menos tomaban sus medicamentos.
Argentina tenía algo de miedo de eso.
Jamás había estado cerca de EDOMEX y según México era uno de sus hijos más violentos y rudos que ha criado, el cual ha estado medicado desde muy pequeño debido a sus problemas de ira, le asustaba el solo pensar en lo que era capaz.
Además de que EDOMEX no era un niño, era bastante alto como México, la única vez que lo vio, se sintió algo intimidado por él.
Le tenía miedo a los hijos de México, pero México dice que solo son pequeños y necesitan mucho amor, lo dice porque es su padre.
—¡Solecito!—México llegó, sonriendo y yendo a abrazarlo. Argentina se levantó, yendo dónde él también, siendo besado en los labios.—Ven, te quiero presentar a mi chamaco.
Le agarró de la mano, caminando a la sala de estar donde estaba EDOMEX, se veía molesto, porque fue obligado a estar con México durante su enfermedad, que ya era algo grave según los doctores y necesitaba atención.
—Solecito... Él es EDOMEX, o Estado de México, ya debes de conocerlo, lo viste en algunas ocasiones conmigo.—Sonrió, presentándole a su hijo quien no tenía ninguna razón para estar feliz de estar en casa de su padre.
—¿Puedo irme a mi cuarto?—EDOMEX preguntó.
—No, no seas grosero y preséntate con Argentina, es tu padrastro después de todo.
—Él no es mi papá.
Cruzó sus brazos, mirando a otro lado. Argentina sonrió nervioso, y algo triste, jugando con sus pequeñas manos al escuchar eso, le dolía, ya que no era la primera vez que escuchaba eso, debía de estar acostumbrado a que le digan "él no es mi papá" desde hace mucho tiempo.
—No me importa si no lo consideras como tu papá, es mi esposo, él vive conmigo y tienes que respetarlo también.
EDOMEX rodó los ojos, levantándose y yendo dónde Argentina, el del sol levantó la cabeza, viendo la gran mano del hijo de México frente a él.
—Oh...—Argentina lo saludó con la mano. Era igual que México en cuestión de cuerpo también, pero sus personalidades para nada eran las mismas.
—¿Ya puedo irme?
—Esta bien, vete a tu cuarto, después subiré a hablar contigo, EDOMEX.
—Lo que sea.—Se fue de ahí, yendo a la habitación donde su padre le dijo, encerrandose en la misma.
Argentina miró a México.
—¿Él siempre es así?—Preguntó.
—Eh... La mayoría de las veces, lo siento por lo que te dijo, ninguno de mis hijos está acostumbrado a llamarte papá... Ni a mí me dicen así, así que no te preocupes.
Argentina asintió. Tal vez debía de pasar tiempo con EDOMEX para conocerlo.